Por fin, después de unos días de muchas preparaciones e incertidumbre, el inicio de mi aventura por Francia en bicicleta ya es aquí. Me dirijo en tren hacia Port la Nouvelle, un pequeño pueblo del mediterráneo donde comienza la primera parte de mi viaje: la Ruta de los Dos Mares. Esta ruta de 800 kilómetros que unen el mediterráneo con el atlántico será mi objetivo durante los siguientes siete días. Y la primera parte es una de las más famosas: el Canal du Midi.
Tras bastantes horas de tren, sobre las dos de la tarde llego a Port la Nouvelle. Soy consciente de que ya no hay marcha atrás. Me toca empezar a pedalear y afrontar mi nefasta experiencia en el mundo de las bicis. Es mi primer viaje en solitario y en bici. Así que la cosa promete. Por suerte, tengo muchas ganas y sé que el cansancio de los primeros días no me impedirá continuar. Espero que los problemas mecánicos tampoco me lo impidan.
Cargo la tienda, las alforjas y todas las bolsas en la bici. Pongo el GPS en marcha. Y me dirijo hacia el inicio del Canal de la Robine, que me llevará hasta Narbonne. Antes de encontrarlo, hago unas cuantas vueltas por el pueblo, haciendo valer mi gran capacidad de orientación. Por suerte, Port la Nouvelle no es demasiado grande y, finalmente, encuentro el inicio del canal.
El Canal de la Robine en bicicleta
Unos 25 km me separan de Narbonne. Los primeros kilómetros de mi viaje. Recorrer este canal es bonito y cansando. El entorno por donde avanzo es encantador, ya que el camino avanza entre dos enormes lagos de costa. Sin embargo, la proximidad al mar hace que el viento sople con muchas ganas a esta zona. Y sopla en contra mío, dificultándome bastante el trayecto. De hecho, hace tanto viento que cada vez que me paro a hacer una fotografía se me cae la bici en el suelo. Un desastre…
Llegar a Narbonne me supone una nueva inyección de moral. Contemplo la inmensa catedral gótica de Saint-Just, el ayuntamiento y otras hermosas muestras de su herencia arquitectónica. Después sigo pedaleando. Abandono el Canal de la Robine y durante unos 10 km avanzo por carreteras secundarias que transcurren entre pequeños pueblos y campos de cultivo. Después ya llego al famoso Canal du Midi.
El Canal du Midi en bicicleta
El Canal du Midi tiene un encanto especial. Es una mágica combinación de hermosos bosques, pueblos pintorescos y bellas ciudades que atrae a muchísimas viajeros durante todo el año. Seguramente por eso es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1996.
Yo también quedo sorprendido con la belleza de este canal. Me gusta la tranquilidad que se respira. Y me gusta ir viendo los preciosos barcos que navegan en él. Sin embargo, el estado del camino para las bicis deja bastante que desear. La única parte bien acondicionada son los últimos 60 kilómetros antes de llegar a Toulouse, donde incluso hay tramos asfaltados. Durante el resto del canal, aunque hay algunos trozos anchos donde se circula bastante bien, abundan los caminos estrechos (con mucha vegetación y raíces) donde se hace complicado avanzar. Sobre todo al ir cargado con todo el peso de las alforjas. Además, la ruta no está señalizada y eso hace que nunca tengas claro por cuál de los márgenes del canal tienes que ir.
Este estilo de camino salvaje es lo que me toca recorrer durante el primer día. Avanzo bastante lentamente y la bici se desestabiliza mucho debido al mal estado del terreno.
Paso por el pequeño pueblo de Le Somail y me encuentro con las primeras esclusas. Es entretenido observar su funcionamiento mientras descanso un poco. Sobre las siete de la tarde y después de un día bastante cansado, llego a Homps, un antiguo pueblo vinícola sin un interés especial. Muy cerca del pueblo hay un enorme lago. Perfecto para relajarse un rato. Termino el día pedaleando hasta Pepieux (a 6 km de Homps) donde hay un camping municipal muy barato.
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Al día siguiente sigo pedaleando por el Canal du Midi. Sigo encontrándome con algunos trozos con un estado bastante lamentable para ir en bici y que se me hacen un poco pesados. Pero cuando llego a caminos más anchos y avanzo bajo la sombra de los árboles, las buenas sensaciones vuelven a mí. Los navegantes de los barcos me saludan constantemente mientras hacen el vermut, multitud de aves se movilizan cuando paso por su lado y el rumor del agua crea una melodía de fondo encantadora. Siento la libertad de descubrir Francia en bicicleta. Y, inmerso en mis pensamientos, al mediodía llego a Carcassone.
Contemplar la ciudadela medieval de Carcassone es impresionante. Es la fortaleza más grande de Europa y uno de los puntos más visitados de Francia. Me encanto contemplando la vista panorámica de la ciudad medieval y del Puente Viejo (s. XIV), mientras saboreo una deliciosa baguette francesa.
Bajo un sol abrasado, sigo pedaleando. El camino mejora bastante, por lo que puedo avanzar más rápidamente. Las esclusas son perfectas para irme distrayendo. Además, en muchas de ellas hay fuentes y puedo llenar los bidones de agua. Después de unas tres horas de pedaleo, llego al otro punto fuerte del día: la ciudad de Castelnaudary.
La pequeña ciudad de Castelnaudary está asentada junto al Canal du Midi. Sin duda lo mejor de la ciudad es la visión que obtengo desde el canal. Acompañado de algunos cisnes, me relajo observando el movimiento de los barcos con la ciudad como telón de fondo. Esto es el Canal du Midi. Tranquilidad. No hay nada impresionante, pero todo tiene un encanto especial. Me hubiera quedado un buen rato allí (en parte también por el cansancio), pero todavía me quedan unos cuantos kilómetros más para completar el objetivo del día.
Avanzo unos 20 kilómetros más hasta el camping municipal de Radel, seguramente por uno de los tramos más agradables del canal. El carril está en perfecto estado y es muy ancho. Todo un lujo si lo comparo con los caminos por donde he pasado…
Llego al camping justo antes de que se ponga a llover y entro en la tienda deseando que el tiempo me respete mañana. Toulouse me espera! 🙂
Cuando me levanto sigue todo tapado. De modo que hago los últimos kilómetros hasta Toulouse bajo la lluvia. Pero disfruto muchísimo. El carril bici está asfaltado y la lluvia me impulsa a avanzar cada vez más rápido. Siento como el bosque, lleno de garzas reales y arrendajos, se despierta mientras avanzo. Durante gran parte del trayecto prácticamente no me encuentro a nadie, sólo algunos pescadores osados. Después de unas dos horas pedaleando, comienzo a ver más gente y me doy cuenta que ya estoy en las afueras de Toulouse, la primera gran ciudad de mi viaje. Mientras me aproximado, deseo que el sol comience a salir …
Mientras voy entrando en la ciudad el cielo comienza a abrirse. Me adentro hacia el centro de la ciudad siguiendo los numerosos carriles bicis que la recorren. Una vez estoy en el centro histórico, deambulo tranquilamente por las calles. Contemplando monumentos históricos como La Torre de Homanatge del Capitole, el Capitole y la Basícila de San Saturnino. Termino la visita dirigiéndome hacia el río Garona. Desde allí, puedo ver la parte moderna de la ciudad mientras la melodía del agua me recuerdo que todavía queda mucho camino por recorrer.
Toulose significa el final del Canal du Midi y el inicio del Canal de Garonne, que me llevará hasta Burdeos. Sabía que el camino continuaría sorprendiéndome, pero no podía imaginar la belleza de lo que vendría a continuación …
(Este post corresponde al día 1, 2 y la mitad del día 3 de mi viaje a Francia en bicicleta)
hola,
una pregunta, se necesita algún permiso especial para hacer el canal du midi en bicicleta electrica
Hola Eva,
Gracias por el comentario y por pasarte por el blog.
No, para recorrer el Canal du Midi no es necesario ningún permiso, aunque vayas en bicicleta eléctrica. Es un sitio precioso para pedalear.
Un saludo 🙂
Arnau