Me encanta viajar, es obvio, no? Sin embargo, suelo hacer todas las escapadas en verano, durante las vacaciones… Este verano, sin embargo, me propuse hacer alguna escapada más, aunque fuera cerca. Siempre va bien para desconectar conocer nuevos lugares y hacer unas cuantas fotos.
Dado que la naturaleza y los animales son una de mis pasiones y que la fotografía me gusta cada vez más, pensé que podría buscar algún lugar cercano donde ver y fotografiar animales. Entonces, descubrí la posibilidad de ir a observatorios o hides. Y la idea me entusiasmó! Un acecho es un escondite situado estratégicamente para poder ver y fotografiar animales en su hábitat. Estos escondites normalmente te permiten ver los animales desde muy cerca. A mí me gusta pensar en la idea de que un hide es un zoo inverso, pues es la persona quien se cierra en un pequeño espacio, normalmente durante un largo periodo de tiempo, para poder ver animales en libertad desde bastante cerca. Una opción mucho más justa, desde mi punto de vista.
El destino que escogí para estrenarme en el mundo de los hides fue la Laguna de Gallocanta. Esta laguna se encuentra entre Zaragoza y Teruel y durante el invierno se concentra una gran población de grullas. De hecho, es una de las concentraciones de grullas más elevadas a nivel europeo. Sin embargo, la población va variando, pues la mayoría de grullas no se instalan en la laguna durante todo el invierno. Únicamente pasan unos días durante su ruta migratoria del Norte de Europa a África (al inicio del invierno), y viceversa (a finales de invierno y principios de primavera). Los hides pertenecen a la Red Natural de Aragón y el precio de la reserva (por una día completo) son quince euros. Caben una o dos personas.
Reservamos el hide para el lunes 26 de enero. Así que el domingo, después de comer, salimos dirección Gallocanta. Una vez llegamos, siguiendo las pautas que nos enviaron por correo electrónico, quedamos con el guarda forestal. Nos da las llaves y nos recuerda la normativa: hay que entrar en el hide una hora antes de que salga el sol y salir una hora después de que se ponga. Durante el día no se puede salir. Mañana la experiencia será curiosa: tendremos que estar unas doce horas en una caseta de dimensiones reducidas, donde obviamente no hay lavabo, a temperaturas bajo cero. Sin embargo, ¡tenemos muchas ganas! Poder fotografiar pájaros de esta elegancia y dimensiones no se puede hacer cada día … Dormimos en el Hostal Allucant. Se duerme bastante bien, pero lo que más nos gusta de este hostal son las preciosas fotos que adornan las paredes.
Al día siguiente empezamos temprano la jornada. Completamente a oscuras, dejamos las cosas dentro del hide y cebamos los alrededores del hide con el grano que le compramos ayer al guarda forestal. Esto no es indispensable, pero puede ayudar a que las grúas se acerquen más a nosotros. Una vez dentro del hide, primero organizamos las bolsas que llevamos. Un consejo: hay que llevar únicamente el que sea indispensable, ya que el espacio es reducido y si se llevan demasiadas cosas entonces es muy difícil moverse. Después nos acabamos de abrigar y nos ponemos dentro del saco de dormir. ¡Es muy recomendable llevarlo! Ahora toca esperar a que salga el sol…
A medida que amanece las grúas empiezan a activarse. ¡Qué ruido que hacen! Gran parte de las quince mil grullas que hay en la laguna se ponen a volar. Ver el sol salir con grandes bandadas de grullas volando es precioso.
Poco a poco las grullas se instalan en la llanura que hay ante los hides. Están a unos treinta metros de nosotros. No parece que las molestemos, ya que no nos prestan atención. Sin embargo, tampoco se acercan más a nosotros.
Las horas nos pasan bastante rápido. Es entretenido observar el comportamiento de los pájaros. Ahora bien, básicamente nos entretenemos haciendo todo tipo de fotos. ¡Hacemos muchísimas fotografías!
Sobre las seis, la luz va disminuyendo lentamente y cada vez más grullas se alejan volando hacia la zona de la laguna donde duermen. Sin embargo, todavía queda uno de los platos fuertes del día: la puesta de sol. La Laguna de Gallocanta es famosa por las puestas de sol por dos razones: el cielo se impregna de unos colores preciosos y, además, grandes bandadas de grullas volando en forma de «V» mejoran aún más el escenario. Vemos como poco a poco, el cielo toma un color rojizo más poderoso mientras gran cantidad de grullas pasan volando por encima nuestro hide. ¡La puesta de sol es espectacular! ¡Qué colores! Cuando el sol se ha escondido, esperamos a que se haga completamente de noche para poder salir.
Al día siguiente, antes de irnos hacemos una vuelta en coche por la laguna. Vemos grandes concentraciones de grúas en los campos, pero no tan de cerca como ayer. Después ya iniciamos la vuelta hacia casa. Ha sido una experiencia nueva, pero muy gratificante. El frío, el poco espacio o el hambre fue el pequeño sacrificio que tuvimos que hacer para poder observar a estos pájaros de bastante cerca. La verdad es que pasar todo un día observando animales, sin más preocupaciones, es muy relajante. Creo que repetiremos la experiencia de los hides …