Durante el viaje a Francia en bicicleta que hice durante julio de 2016, pasé doce días pedaleando por la Bretaña Francesa. Unos 800 kilómetros que me llevaron desde el interior de esta región francesa hasta la costa del norte. No tuve la oportunidad de visitar la preciosa ciudad de Rennes, ni pude contemplar las famosas puestas de sol desde Ponte du Raz, entre otras cosas. Pero tuve suficiente para quedar seducido por la Bretaña Francesa. Y para descubrir 10 razones para visitar (y volver a visitar) esta magnífica región de Francia.
Los 360 kilómetros de canal que unen las ciudades de Nantes y Brest a través del interior de la Bretaña, nos acercan a la Bretaña más rural. Pasear por el lado del canal, a pie o en bicicleta, o navegar durante unos días, nos permitirá descubrir la magia de esta ruta impulsada por Napoleón. Donde la calma, la pausa y la naturaleza se han apoderado de todo

Siguiendo el transcurso del canal llegaremos a pueblos medievales llenos de encanto. Las callejuelas de adoquines, las pequeñas y antiguas casas, las iglesias románicas y los castillos medievales nos transportarán en el tiempo mientras visitamos algunos de los pueblos más cercanos al canal como Malestroit, Josellin, Pontivy o Carhaix Plouguer.
Además, sin tener que alejarnos demasiado del canal, la oferta y variedad de alojamientos es muy alta. Encontramos desde sencillos campings o gîtes de etape hasta preciosas chambres d’hotels, a menudo casas nobiliarias llenas de encanto.
Si tenemos tiempo y ganas de vivir la esencia del Canal de Nantes a Brest, lo mejor es recorrerlo completamente:
Ahora bien, en caso de ir más limitados de tiempo, lo mejor es dedicar un día a descubrir los pueblos de Malestroit, Josellin y Pontivy y dedicar un rato a pasear tranquilamente por el canal.
La gastronomía bretona es motivo suficiente para visitar esta zona… Desde exquisitos platos salados hasta deliciosos dulces. Combinando a la perfección sus productos de la tierra (patatas, cebollas de Roscoff, alcachofas, harina sarracena…) con las reliquias del mar (mejillones, ostras y una gran variedad de peces).
Claramente, no podemos marcharnos de la Bretaña Francesa sin haber probado las deliciosas y auténticas galettes y crêpes. Pero la oferta de platos es mucho más variada y hay muchos que no podemos dejar de probar.
Recorriendo el interior de la Bretaña Francesa encontraremos pueblos donde parece que el tiempo se haya detenido hace siglos. Pasear por algunos de estos pequeños municipios, por las calles estrechas que conducen a casas del siglo XIV o XV, es hacer un viaje al pasado. Tesoros históricos y arquitectónicos que se esconden por todo el territorio bretón y que, en cualquier viaje por esta región francesa, debemos descubrir lentamente.
En algunos tramos de la costa de la Bretaña Francesa, se encuentran algunos de los mares más peligrosos de Europa. Las fuertes tormentas, corrientes y olas, junto con los islotes, puntas rocosas y acantilados han sido durante mucho tiempo trampas mortales para los barcos. Por este motivo, la escarpada costa bretona está repleta de faros. De los 150 faros que hay en Francia, ¡82 están en la Bretaña!
Contemplar desde la proximidad de alguno de los inhóspitos faros de la costa como la oscuridad inunda el litoral bretón es la mejor manera de finalizar un completo día por la Bretaña Francesa.
Sintiendo las olas rompientes y la magia de los guardianes del mar …
Si te interesan los faros tanto como a mí, no te pierdas este artículo sobre La Ruta de los Faros de Bretaña
Conducir, caminar o pedalear por el litoral de la Bretaña Francesa es hipnotizante. Las subidas y bajadas se suceden y, después de cada pequeño ascenso, nuevas panorámicas de paisajes renovados aparecerán ante nuestra. Los escarpados acantilados, las extensas playas, los faros perdidos entre el océano y el movimiento de algún velero solitario nos regalarán postales inolvidables.
Cuando todos los elementos de la naturaleza se conjugan a la perfección, se crean lugares tan especiales como la Costa de Granito Rosa. Unas esculturas de piedra esculpidas por el mar y el viento. De formas hipnóticas y de colores rosados sorprendentes.
Lo mejor para descubrir estas formaciones rocosas de granito rosa, que se encuentran entre Trestraou y Saint-Guirec, es caminar por el sendero de los aduaneros, que recorre todo el litoral de la Bretaña. Paseando tranquilamente por este sencillo camino, descubriremos rocas que parecen animales o personas. Y si esperamos hasta el atardecer, las anaranjadas luces del final del día pintarán uno de los paisajes más bonitos de la Bretaña Francesa.
Las mareas, las transformadoras de los paisajes, son un motivo más para visitar la Bretaña Francesa. Encontrar puertos sin agua, observar cómo cambia la forma de las playas y oler todo lo que el mar abandona cuando se retira …
Las mareas impresionan y hacen que la costa bretona sea aún más atractiva.
La Bretaña Francesa tiene paisajes impresionantes, unos pueblos encantadores, una exquisita gastronómica, pero también tiene ciudades que valen mucho la pena. Ciudades emblemáticas, llenas de vida, y con rincones donde la tranquilidad que se respira por todo el territorio bretón se sigue viniendo.
La ciudad por excelencia de la Bretaña Francesa es su capital: Rennes. Una ciudad muy dinámica y con una gran oferta cultural. Pasear por su casco antiguo, lleno de terrazas y cafés, permite observar una gran variedad de casas medievales y algunos de los edificios más famosos como el Palacio del Parlamento. Una ciudad con mucho que ofrecer …
El otro gran emblema dentro del territorio bretón es la sorprendente ciudad de Saint-Malo. Una ciudad amurallada asentada frente al mar, donde el paso del tiempo parece haberse detenido. Pasear por las murallas ofrece unas vistas increíbles de Le Fort Nacional, donde se puede llegar caminando cuando baja la marea. Caminar entre los callejones del Intramuros (la parte de la ciudad construida dentro de las murallas) es la manera ideal para seguir descubriendo esta preciosa ciudad.
Aunque estrictamente el Mont Saint Michel forma parte de Normandía, no podía excluir esta maravilla de esta lista. Sin lugar a dudas, todo viaje a la Bretaña Francesa debe incluir una visita al Mont Saint Michel, que se encuentra justo en la frontera entre Bretaña y Normandía.
El Mont Saint Michel y su abadía forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1979. La paz, la magia y la antigüedad rodean este monumento francés tan fascinante. Uno de los rincones más bellos de Francia y que, conjugado con las luces mágicas del final del día, regala los viajeros espectáculos visuales difícilmente olvidables.
Las puestas de sol a lo largo de la costa de la Bretaña Francesa son uno de los momentos más mágicos de cada día. Cualquier punto es ideal para contemplar como la costa se tiñe con las anaranjadas tonalidades de las últimas luces de la jornada …
Si estás buscando un código de descuento Holafly, puedes usar VIAJARESDESCUBRIR para obtener un 5…
Botswana es uno de los destinos más salvajes y exclusivos para hacer un safari. Este…
El pueblo de Pucón es uno de los destinos turísticos más interesantes de la región de Araucanía en Chile.…