El Parque Nacional Andasibe-Mantadia es uno de los puntos imperdibles de Madagascar. Es un parque de fácil acceso, ya que se encuentra a sólo cuatro horas en coche de la capital del país y esto en Madagascar, teniendo en cuenta las dimensiones de la isla y la lentitud de los desplazamientos, se considera un corto trayecto. Lo que realmente hace especial los bosques de Andasibe-Mantadia es la posibilidad de ver el indri indri, el lémur más grande del planeta. Escuchar su canto en medio de la selva fue uno de los momentos más especiales de mi viaje a Madagascar por libre.
Pero el indri indri no es el único lémur que puede verse al visitar el Parque Nacional Andasibe-Mantadia. Hay once especies de lémur, que como ya sabrás son unos animales endémicos de Madagascar. No pueden verse en ninguna otra zona del planeta. Aparte, hay más de cien especies de pájaros, una cincuentena de especies de reptiles y casi noventa especies de anfibios. Este parque es un auténtico tesoro biológico.

Lo habitual es dirigirse a Andasibe desde Antananarivo, un trayecto que dura unas cuatro horas. Este trayecto se puede realizar de diferentes maneras:
El Parque Nacional Andasibe-Mantadia se puede visitar durante todo el año. Sin embargo, es una zona muy lluviosa, y es preferible evitar los meses más húmedos (de diciembre a marzo).
Dentro de la época seca, se considera que los meses de septiembre, octubre y noviembre son un gran momento para visitar el parque, sobre todo porque hay bastantes opciones de poder ver a los lémures con sus crías.
Yo visité esta selva durante el mes de agosto y aunque llovió (tanto durante algunas mañanas como alguna tarde), por lo general tuve buen clima y disfruté de una buena experiencia.
Cerca de este parque nacional y las reservas adyacentes hay varios alojamientos. Para mí, una de las opcionales más recomendables es el hotel Feon’ny Ala (es donde dormí yo durante cuatro noches). Tiene una buena relación calidad-precio y está justo al lado de la selva, por lo que desde el mismo alojamiento a veces se pueden ver los lémures. El precio del bunglaow doble es de 102.000 Ar por noche, no incluye las comidas.
También están muy bien valorados el Longoza Ecolodge o el Soanala.
La mayoría de los alojamientos tienen restaurante, donde se puede comer y cenar por unos 23.000 Ar (unos 4 o 5 euros) cada comida.
Yo hice todas las comidas en el hotel Feon’ny Ala y la verdad que la comida era muy buena. Es un hotel regentado por una familia china, por lo que en la carta hay varios platos orientales (¡incluso hay tofu!).
El Parque Nacional Andasibe-Mantadia está formado por dos reservas separadas: la Reserva Analamazaotra (es la parte más visitada porque se encuentra muy cerca del pueblo de Andasibe) y el Parque Nacional Mantadia (el área más extensa y salvaje del parque).
Esta área de conservación se encuentra a pocos minutos del pueblo y dado que no tiene una extensión demasiado grande, es bastante sencillo ver lémures, incluidos los indri indri. Además, al ser una reserva bastante visitada, los lémures están habituados a las personas y no suelen huir, por lo que es más fácil verlos y fotografiarlos.
A la hora de visitar esta reserva, debe tenerse en cuenta lo siguiente:
Una vez en el interior del parque, lo más recomendable es ir siguiendo el guía entre los laberínticos caminos de la selva y estar atento a los árboles, para intentar localizar algún lémur. Por lo general, el mejor momento del día para ver a los indri indri es la mañana, que es cuando se activan para comer. Aparte de los indri indri, también es bastante habitual ver algunos ejemplares de lémur marrón y ocasionalmente se pueden ver lémures sifaca de diadema, lémures de vientre rojo y lémures gris del bambú. Aparte, existen diferentes especies de camaleones y también orquídeas, que florecen durante la época de lluvia.
Si estás acostumbrado a andar, yo te recomiendo hacer la ruta de cuatro horas, ya que es recorrido bastante completo y en el que tendrás más opciones de ver diferentes especies de lémur. Eso sí, hay que estar preparado para hacer algunos tramos de selva a través por algunos terrenos bastante irregulares, porque a veces para poder observar los lémures con claridad es necesario salirse un poco del camino. La parte positiva es que en Madagascar no hay serpientes venenosas.
A diferencia de la reserva anterior, mucho más accesible y visitada, la sección del Parque Nacional Mantadia es mucho más extensa (unos 155 km² de superficie) y es donde está la mayor parte de selva primaria, es decir, selva completamente inalterada. Desde el punto de vista de conservación e interés biológico, ésta es la parte realmente interesante de esta zona de Madagascar.
Llegar hasta el Parque Nacional Mantadia desde Andasibe es algo más complicado, ya que es necesario realizar un recorrido de unos 15 kilómetros con 4×4 para llegar a la entrada del parque y después unos 15 kilómetros más para llegar al inicio de los caminos más interesantes. Por tanto, el trayecto en coche dura algo más de una hora, aunque puede variar en función del estado del camino. De hecho, durante la época de lluvias existen momentos en los que es imposible acceder a este parque nacional.
Nuevamente, las reglas para visitar este parque nacional son muy similares a las de la Reserva Analamazaotra. Es decir, es necesario ir con guía y es necesario pagar una tarifa de acceso y una parte variable en función de la ruta.
Aparte, también es necesario organizar la logística para llegar hasta el inicio del parque. Yo hice todo el viaje en coche 4×4 y conductor, así que no tuve que pagar nada adicional. En caso de viajar a Madagascar por libre y transporte público, entonces es necesario organizar este trayecto. Normalmente, los guías tienen algún contacto con 4×4 y el precio habitual por ir y volver son unos 90.000 Ar.
De nuevo, lo más recomendable para visitar este parque nacional es llegar pronto por la mañana, ya que es el mejor momento del día para ver lémures. Eso sí, suele ser más complicado ver a estos animales, porque normalmente se encuentran en las copas de los árboles, que son altísimos, y al estar menos habituados a los humanos tienden a alejarse rápidamente. Por lo general, las dos especies más habituales de lémur en este parque nacional son los sifacas de diadema y el lémur de collar. Además, este parque nacional es una buena zona donde ver al camaleón de Parson (el mayor del mundo y endémico de Madagascar)
Independientemente de la fauna, sólo por la belleza de esta selva, con una gran densidad de plantas y árboles altísimos, ya vale la pena ir hasta aquí y dedicar una mañana a andar por la zona.
Desde el momento en que en Madagascar empezaron los programas de conservación, y la selva de Andasibe fue ganando fama dentro de los naturalistas que visitaban el país, sobre todo para poder ver el indri indri, la comunidad local empezó a participar activamente en la conservación de esta selva.
Desde entonces, se han creado áreas de conservación gestionadas por las comunidades locales. Allí se realiza investigación, programas de reforestación y también hay caminos para que los turistas puedan visitar estas reservas. Visitar estas reservas es un ejemplo de turismo sostenible, ya que tiene un impacto directo sobre las comunidades locales y la conservación del ecosistema.
Una particularidad de estas dos reservas, al encontrarse fuera del área protegida del parque nacional, es que están permitidas las caminatas nocturnas (siempre con un guía). Estas salidas son ideales para ver anfibios, insectos y también lémures nocturnos, como el lémur ratón o el misterioso aye aye (este último es muy complicado de ver).
Las dos reservas gestionadas por las comunidades locales más destacadas son: la reserva Mitsinjo y V.O.I.M.M.A.
Esta área de conservación del área de Andasibe está gestionada por la Asociación Mitsinjo, una asociación local fundada en 1999 por residentes del pueblo de Andasibe que tenían interés en guiar a los turistas que llegaban a la zona por las selvas locales. En 2003, el gobierno cedió una parte de la selva a esta asociación, que desde entonces ha contribuido activamente en la conservación de esta zona.
Actualmente, esta asociación cuenta con una cincuentena de miembros de la comunidad local, y aproximadamente la mitad de ellos son guías naturalistas certificados por el área de Andasibe. El resto de los miembros trabajan en proyectos vinculados a la conservación, investigación y desarrollo sostenible, especialmente en la Estación Forestal de Analamazaotra (conocida ahora como Parque Mitsinjo) y en el pantano de Torotorofotsy, declarado zona Ramsar. En total, sus actividades tienen un impacto directo sobre más de 400 hogares de la zona.
Los ingresos que permiten continuar con esta labor provienen en gran parte de los visitantes. Por eso, visitar este parque no sólo ofrece una experiencia única en la selva malgacha, sino que también contribuye directamente al bienestar de la comunidad local ya la protección de su entorno.
Para visitar esta reserva es necesario pagar una tasa variable, que depende de la excursión que se quiera realizar. En concreto hay cuatro caminos diferentes (las rutas duran entre una y cinco horas) y el precio varía entre los 30.000 Ar (la opción más corta) a los 80.000 Ar (el camino más largo). Yo hice la ruta de 4 horas y pagué 70.000 A.
Dentro de la reserva de Mitsinjo también se pueden encontrar varias familias de indri indri. Una de las particularidades de esta zona es que algunos individuos se han acostumbrado bastante a la presencia humana y han establecido una relación de confianza muy especial con algunos guías locales. Tanto es así que, por la mañana, no es extraño ver cómo algún guía les ofrece algunas hojas (las mismas que encontrarían en el bosque) y estos lémures bajan a recogerlas, llegando incluso a cogerlas directamente de la mano del guía.
Aunque, en general, creo que es necesario evitar las interacciones entre humanos y fauna salvaje, en este caso concreto el impacto parece muy reducido, especialmente porque se trata de una relación puntual, con individuos muy concretos y sin alimento artificial alguno. Si tienes la suerte de presenciar ese momento, es una escena fascinante que muestra hasta qué punto se puede generar una conexión profunda entre personas y naturaleza.
Aparte de esto, también existe la opción de hacer una caminata nocturna (normalmente comenzando entre las 18:30 y las 19:00). También ofrecen otras actividades, como colaborar en los proyectos de reforestación.
Esta pequeña, pero rica área de conservación también se encuentra en Andasibe y es gestionada por la asociación local V.O.I.M.M.A, siglas que en malgache significan “Vondron Olona Ifotony Mitia sy Miaro ny Ala”, es decir, “ Comunidad local que ama y protege el bosque ”. Fue creada en 2012 por antiguos guías y miembros de la comunidad que querían conservar una parte de la selva cercana al pueblo, ofreciendo una alternativa directa y sostenible de gestión comunitaria.
La reserva está íntegramente administrada por personas locales, que son responsables tanto de la protección del bosque como de la acogida a los visitantes. Esta iniciativa ha permitido que los beneficios generados por el turismo se queden dentro de la comunidad, favoreciendo el desarrollo local e incentivando la conservación de los ecosistemas naturales.
De nuevo, esta reserva también es interesante por la oportunidad de realizar caminatas nocturnas. Aparte, si se realizan rutas durante el día también se pueden ver diferentes especies de lémures y camaleones. Por eso, si se tiene suficiente tiempo, vale la pena dedicarle un par de horas durante alguna mañana o tarde. De esta forma, también estarás apoyando a la comunidad local y a la protección de esta selva adyacente con el Parque Nacional Andasibe-Mantadia.
De nuevo, en este caso sólo se paga una tarifa, que ya incluye la entrada y el coste del guía, y que depende de la excursión que se quiera realizar:
Después de desayunar en el hotel Fly Inn Madagascar donde pasé la primera noche del viaje a Madagascar por libre, a las 8 de la mañana me encontré con Nary, el conductor que me acompañaría durante toda la ruta por el país.
Salir de Tana, tal y como los locales llaman a la capital del país, fue bastante caótico y algo estresante. Luego, el resto del trayecto hasta Andasibe fue bastante tranquilo. La carretera era un poco lenta, pero estaba en bastante buen estado. A medida que nos íbamos acercando al parque nacional, el paisaje también iba cambiando. Pasamos de un entorno bastante rural, con muchos campos de cultivo, a un entorno mucho más boscoso y verde.
Finalmente, después de una corta parada para poner gasolina, llegamos a Andasibe pasadas las doce del mediodía. Hice el check-in en el alojamiento Feon’ ny Ala , y luego fui a comer. No quería perder mucho tiempo, para poder realizar la primera visita a la selva durante la tarde.
A primera hora de la tarde, un poco antes de las tres, quedé con un guía que me había encontrado al llegar al alojamiento, se llamaba Lelena. Era una guía oficial , con acreditación, y que se había ofrecido a guiarme durante mi estancia en Andasibe. Tampoco tenía más referencias, así que acepté ir con él.
Fuimos en coche hasta la entrada de la reserva comunitaria V.O.I.M.M.A y allí le dije a mi guía que quería hacer la ruta de dos horas. Sabía que por la tarde es más complicado ver lémures, así que preferí realizar las rutas largas durante las mañanas de los siguientes días.
Poco después de empezar la ruta el guía ya me enseñó la primera especie de camaleón, un ejemplar muy pequeño. Luego ya nos adentramos por la selva, siguiendo un camino muy bien marcado. Llegamos a punto donde había más gente parada, y rápidamente vi el motivo. Había un camaleón de Parson, la especie más grande del mundo.
Desde allí seguimos avanzando y finalmente vimos los primeros lémures. Eran dos indri indri, que estaban descansando en lo alto de un árbol. Estuve observándoles un buen rato con los prismáticos, pero prácticamente no se movieron. Por la tarde suelen estar poco activos.
Los lémures que sí estuvieron bastante activos fueron los de un grupo de lémures pardos, que encontramos cerca de allí. No paraban de moverse entre las ramas, pasando también por el suelo y muy cerca de mí y del guía.
Fue una primera experiencia muy emocionante en Madagascar y en el Parque Nacional Andasibe-Mantadia. Y todavía quedaba la mejor parte en los próximos días.
Durante el segundo día visitando el Parque Nacional Andasibe-Mantadia visité la Reserva Analamazaotra pronto por la mañana. Mi objetivo era poder ver a los indri indri de nuevo, esta vez con más actividad.
Poco después de las siete de la mañana me encontré con mi guía en la entrada de la reserva y después de pagar la entrada empezamos a andar. Yo opté por hacer la ruta de 4 horas. En teoría cada ruta tiene su itinerario, pero los guías van improvisando el camino en función de donde creen que pueden verse los lémures.
Después de una hora caminando localizamos al primer grupo de indri indris. Los encontró mi guía, así que sólo estábamos ahí él y yo. Los lémures estaban haciendo sus necesidades (cada mañana están unos veinte minutos así), así que tuvimos que esperar un rato. Cuando acabaron, empezó el espectáculo del canto del indri indri. Un momento mágico. Estuvieron un buen rato gritando, y entonces empezaron a comer y a desplazarse. Ellos se movían mucho más rápido que nosotros, así que les perdimos de vista.
Continuamos andando y buscando sifacas de diadema, ya que se alimentan de los mismos árboles que los indri indri (los indri indri comen las hojas tiernas y los sifacas comen los frutos). Después de unos veinte minutos buscando, encontramos a un grupo de gente que estaban viendo varios sifacas de diadema. Se movían muy hábilmente entre los árboles, pero pude verlos y fotografiarlos bastante bien en varios momentos. La clave es quedarse quieto por la zona donde están comiendo, y realizar movimientos muy lentos. La situación me recordaba a la experiencia de ver chimpancés en el bosque de Kibale, en Uganda.
Después de ver los sifacas de diadema recuperamos el camino y seguí recorriendo la reserva de Analamazaotra. Durante el camino de regreso a la entrada, mi guía escuchó a un grupo de lémures marrons (la misma especie que había visto el día anterior), y después de seguir los sonidos durante unos minutos los pudimos localizar. Pero estaban muy arriba y moviéndose constantemente, así que fue un encuentro fugaz.
Después pasamos por un pequeño lago y finalmente llegamos de nuevo a la entrada de la reserva. Habíamos entrado a las 7:20 y salimos a las 11:50, así que estuve más de cuatro horas.
Volví al alojamiento a comer, y me quedé descansando allí durante la tarde. A las seis de la tarde había quedado de nuevo con el guía para realizar una salida nocturna a la reserva de Mitsinjo
Las salidas nocturnas por las selvas de Madagascar son siempre muy interesantes. Caminar bajo la luz del frontal, con la atención centrada en ver a los pequeños animales de la selva siempre regala algún sorpresa.
Durante esta salida por la reserva de Mitsinjo , que duró una hora, pude ver varias ranas , camaleones y arañas. Además, al final de la ruta también vi un pequeño ejemplar de lémur ratón, el ejemplar de lémur más pequeño.
Fue un buen final por el primer día completo visitando el área del Parque Nacional Andasibe-Mantadia.
Durante esta mañana, visité el Parque Nacional Mantadia, una de las áreas de conservación más extraordinarias del centro de Madagascar. Antes de ir hasta allí, el guía con el que ya había hecho las visitas de los días previos, me dijo que tenían que ir primero a la entrada de la reserva de Analamazaotra, ya que el pago de la tasa de ingreso y del coste del guía debía realizarse allí. Por lo tanto, hicimos una parada corta para pagar los 45.000 Ar de la entrada y 100.000 Ar por la excursión de tres horas que haría. Con esto nos dieron un papel que tuvimos que entregar al control de acceso del Parque Nacional Mantadia.
Pasado este control, seguimos avanzando con el 4×4 unos treinta minutos más. Finalmente, llegamos al punto de inicio del sendero por donde haría la excursión.
Mientras empezábamos a andar, el guía ya me avisó de que ver animales en este parque nacional era más difícil. La extensión del parque es mucho mayor, y además los animales están menos habituados a los humanos. Sin embargo, tuve suerte y pude ver un lémur de collar, aunque estaba en la copa de los árboles, a unos 30 metros de altura.
Después de esto, seguimos caminando y subiendo hacia un mirador. Andar por un bosque primario, inalterado por la acción humana, siempre me resulta muy interesante. Después de una pequeña subida llegamos al mirador, justo cuando empezaba a llover.
Desde allí empezamos la bajada y la vuelta hacia el coche, sin ver ningún lémur más.
Después de volver con 4×4 al pueblo y de comer, quedé con mi guía para visitar el pueblo de Andasibe durante la tarde. Me cobró 15.000 Ar por una hora paseando por el pueblo.
Andasibe es un pueblo bastante pequeño y tranquilo. Durante el paseo por el centro pude ver un pequeño mercado, donde básicamente había fruta, verdura y carne, y después nos acercamos al campo de fútbol. Allí estaban haciendo un partir de una liga entre pueblos cercanos, y parecía que todo el pueblo se había reunido ahí.
Acabamos la vuelta subiendo a una pequeña colina, sobre la cual hay una pequeña escuela.
La cuarta mañana del viaje a Madagascar la dediqué a hacer una ruta por la reserva comunitaria de Mitsinjo. De nuevo, quedé con el guía y mi conductor a las siete de la mañana, para llegar temprano a la reserva y localizar a los lémures cuando empiezan a activarse con la salida de sol. Desgraciadamente, empezó a llover cuando llegué allí, y tuve que hacer la primera parte del recorrido por la reserva bajo la lluvia.
Durante la primera hora de ruta sólo vimos fugazmente un lémur marrón. Durante algunos momentos, el guía me decía que me quedara quieto y él iba a investigar selva a través, a ver si localizaba a algún animal. Pero en ninguna de estas incursiones tuvo éxito.
Por suerte, no mucho más tarde nos encontramos con dos de los guías de la reserva encargados de estudiar y seguir a los indri indri. Y cerca de allí pude ver tres ejemplares de esta especie de lémur. Estaban lamiéndose y limpiándose sin mucha actividad.
Un rato más tarde empezaron a activarse, y entonces uno de los guías les enseñó las hojas tiernas que guardaba en su mano. Como ya he escrito, algunos indri indri se han habituado a algunos guías y, a cambio de algunas hojas tiernas, no dudan en acercarse y cogerlas de sus manos. Tuve la suerte de estar allí justo cuando se producía ese momento.
Cuando seguimos recorriendo la reserva encontramos también un camaleón de Parson, y después de eso nada más. En esta reserva también es habitual ver al endémico insecto gorgojo jirafa, pero por lo que me dijo el guía suelen verse en octubre y noviembre
Después de regresar al alojamiento al mediodía, para comer y descansar un poco, por la tarde decidí ir de nuevo a la reserva V.O.I.M.M.A , para hacer un nuevo recorrido de dos horas allí.
Como ya pude comprobar durante la primera tarde, en este momento del día los lémures están menos activos. Igualmente, durante el recorrido vía ver una pareja de indri indri y también varias especies de pájaros.
Durante la preparación del viaje a Madagascar, decidí pasar cuatro días enteros en el área del Parque Nacional Andasibe-Mantadia, pero después de la experiencia, creo que con tres días habría sido suficiente.
En el último día allí, volví a visitar la reserva de Anamalazaotra, sabiendo que en la naturaleza cada día es distinto. En este caso, la visita empezó peor que la primera vez, ya que estuvo lloviendo durante las primeras horas, haciendo el recorrido algo incómodo.. Tampoco hice fotos, para evitar que la cámara quedara completamente empapada.
Durante la primera parte del recorrido estuvimos en una zona donde mi guía me dijo que era posible ver lémures gris del bambú, una de las especias que aún no había visto. Pero a pesar de los esfuerzos no hubo suerte.
Cuando ya había dejado de llover encontramos un grupo de sifacas de diadema. Lo interesante fue poder ver que uno de los lémures llevaba una pequeña cría pegada a la barriga. También vi a tres lémures mientras se desparasitaban entre ellos.
Pasé un buen rato observándolos, y después continuamos el camino. El resto de la ruta fue poco productiva a nivel de observaciones de fauna. No vi ningún otro lémur, ni tampoco ningún camaleón.
Al llegar de nuevo a la entrada de la reserva empezó a llover, así que volví al alojamiento. Me quedé allí durante la tarde, puesto que el clima no era demasiado bueno. Fue una tarde tranquila, leyendo y observando el límite de la selva, donde ya había visto algún indri indri durante los días previos.
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