Semana 13
Del Kruger al Kalahari
Mi ruta por Sudáfrica no es demasiado habitual. Aunque tengo previsto pasar tres meses por este país (el tiempo máximo permitido sin tener que aplicar por un visado especial), estaré viajando muy lentamente, y centrado sólo en puntos muy específicos. Soy consciente de que habré dejado de visitar muchas zonas interesantísimas de este enorme y diverso país, pero pocas cosas me gustan tanto como hacer safaris y dedicar los días a observar y fotografiar a la fauna africana.
Durante la semana pasada me moví del Parque Nacional Kruger, después de prácticamente un mes allá, hasta el Parque Transfronterizo del Kgalagadi. Un área de conservación situada en el Desierto del Kalahari, un ecosistema totalmente opuesto al Kruger. Seguramente son los dos parques más distintos del país. Y ese contraste es lo que me interesaba.
Para resumir esta semana, he decidido escribir cronológicamente los momentos más destacados de todos los días.
Domingo 30 de Abril
– Me levanté de madrugada en el Parque Nacional Kruger, en el camping Lower Sabie, para pasar las últimas horas de safari en este parque sudafricano.
– Fue un safari poco productivo. Sólo cuando estaba llegando a la puerta de salida de Cocodrile Brige, pude ver tres guepardos a lo lejos.
– Salí del Kruger poco antes de las nueve de la mañana, y empecé las cinco horas de coche hasta el aeropuerto de Johannesburgo. El trayecto fue muy cómodo, por las autopistas N4 y N12. El momento más estresante fue la llegada al aeropuerto, ya que en las grandes ciudades siempre es fácil equivocarse y tomar la salida equivocada. Pero llegué al aeropuerto sin problemas.
– Al dejar el coche de alquiler me dijeron que me cobrarían un suplemento porque había demasiado polvo dentro del coche. Lo cierto es que después de veintiocho días circulando por las polvorientas pistas del Kruger con las ventanas bajadas, el interior del coche tenía otro color…
– Una vez dejé el coche, me vino a buscar uno de los miembros del hotel Aero Guest Lodge, situado a tan sólo cinco minutos del aeropuerto.
– Después de muchos días sin buen internet, aproveché la tarde para realizar copias de seguridad de las fotos y actualizar el blog.
Lunes 1 de Mayo
– A media mañana cogí el vuelo desde Johannesburgo hasta Upington.
– Llegué a Upington a las doce pasadas, y en el aeropuerto ya me esperaban los propietarios de la empresa de alquiler de coches Desert 4X4. Había alquilado con ellos un Suzuki Jimny y todo el material de acampada, que necesitaría para poder recorrer sin problemas las pistas del Parque Transfronterizo del Kgalagadi.
– Una vez me contaron las particularidades del coche (yo nunca había conducido un 4×4), ya salí del aeropuerto.
– Fui directamente hasta un gran supermercado de la ciudad, para comprar buena parte de la comida que necesitaría para el mes que pasaría en el Desierto del Kalahari.
– Comprar en un supermercado que no conoces es muy poco eficiente. Después de muchas vueltas por los pasillos, acabé comprando todo lo que quería, y saliendo de ahí más de una hora más tarde.
– Alrededor de las tres de la tarde llegué al Kalahari Monate Lodge, un pequeño camping a diez kilómetros de la ciudad.
– Allí revisé que tuviera todo el equipamiento de camping necesario, y por primera vez monté la tienda que había alquilado.
– Ya estaba preparado para ir al Kalahari al día siguiente.
Martes 2 de Mayo
– Después de recoger y meter todas las cosas dentro del pequeño Jimny, empecé el trayecto hasta el Parque Transfronterizo del Kgalagadi.
– El trayecto hasta allí duró unas tres horas. Tres horas de carreteras rectas interminables, sin cruzarme con prácticamente ningún coche.
– Hacia las once de la mañana llegué a la entrada del parque.
– La mujer de la recepción del parque, me miró con cara de asombro y curiosidad cuando supo que era mi primera visita al Desierto del Kalahari y que me estaría allí durante todo el mes de mayo. No es un sitio para todo el mundo. Pero yo estaba convencido de que me apasionaría.
– Después de dejar la tienda y todo el material de acampada preparado, salí a realizar el primer safari. Con la impaciencia y emoción de descubrir un sitio nuevo.
– Quedé fascinado por el paisaje árido y silencioso del desierto del Kalahari. Pude ver las primeras dunas rojizas, y también los fascinantes árboles de esa zona.
– Y los animales no tardaron en llegar. Vi los primeros órices del Cabo y springboks. Y, sorprendentemente, unos veinte minutos más tarde encontré a los primeros leones. En concreto tres leonas y dos leones de melena negra. ¡No habría podido tener un mejor inicio en el Kalahari!
MIÉRCOLES 3 DE MAYO
– La luz de las mañanas en el Kalahari es mágica. Mientras empecé a conducir, tenía la tentación de parar cada pocos segundos para tomar una fotografía del paisaje. Pero, por otra parte, sabía que, para encontrar alguna escena interesante, necesitaba seguir avanzando para aprovechar las primeras horas del día.
– Ya había podido comprobar que la densidad de animales allí era la más baja que había encontrado durante el viaje. Sólo me crucé con algún órice del Cabo solitario o algún grupo de cuatro o cinco springbok. Vi también una pareja de avestruces.
– Pero la suerte me sonrió de nuevo. Volví a ver leones una hora después de haber empezado el safari. Una leona adulta con sus crías de cuatro meses. Estaban un poco lejos, pero ver jugar a los pequeños leones es siempre un momento muy tierno.
– Una vez que los felinos desaparecieron detrás de una colina, seguí conduciendo hasta una de las balsas más famosas del parque: la balsa de Kij Kij. Es una de las zonas favoritas de los leones. Me esperé allí unas horas, pero sólo vi un par de ñus.
– Durante las horas centrales del día la temperatura en el desierto sube rápidamente, y los animales suelen estar inactivos. Así que fui a descansar al camping.
– Por la tarde salí a hacer un safari, y de nuevo conduje por la carretera del río Nossob. Fue un safari muy poco productivo. Pero con gran sorpresa final. Cuando me quedaban unos 10 kilómetros para llegar al camping, pude fotografiar un ratel. Un mamífero bastante difícil de ver
Jueves 4 de Mayo
– Después de dos días muy exitosos, pude comprobar que la suerte es un factor muy importante cuando se hace un safari por el Desierto del Kalahari.
– Estuve conduciendo por la carretera del río Auob, y no vi prácticamente ningún animal durante todo el día. Aunque pude fotografiar algunos pájaros interesantes, y también los frecuentes órices del Cabo, gemsboks y avestruces.
Viernes 5 de Mayo
– Después de tres noches en el camping de Twee Rivieren, era el día de moverme hasta el camping de Mata Mata, en la frontera con Namibia.
– Me levanté a las cinco, dos horas antes de la hora en la que está permitido empezar a hacer los safaris. No tenía claro cuánto rato tardaría en recoger todo el material de acampada.
– Fui mucho más rápido de lo que creía, y a las seis ya estaba listo. Así que estuve una larga hora esperándome a que abrieran las puertas del camping.
– Tardé unas cinco horas en conducir los 116 kilómetros que separan Twee Rivieren y Mata Mata. Conduje despacio e hice varias esperas en las balsas de agua, para intentar ver algún felino.
– Los felinos no aparecieron, pero mientras estaba llegando al camping me topé con un grupo de jirafas. Aún no había visto a estos fascinantes mamíferos en el Desierto del Kalahari.
– Dediqué el mediodía a dejar la tienda bien montada. Estaría en este camping durante las próximas diez noches.
– Muy cerca de la tienda, vi que tenía unos vecinos muy especiales: ardillas terrestres del Cabo, mangostas amarillas y suricatas!
– Por la tarde salí a realizar un nuevo safari, para seguir experimentando la quietud del desierto. De nuevo, pocos animales aparecieron en la ruta.
Sábado 6 de Mayo
– Por la mañana, mientras esperaba que abrieran la puerta del camping para salir a hacer el safari, vi los datos de lluvia en esta región del Kalahari. Durante este año, desde enero hasta marzo (en teoría, los meses lluviosos), se habían registrado sólo 28 mm de lluvia. Un 95% menos que el pasado año. Esto también explicaba por qué había visto poca fauna en los primeros días en el parque.
– De nuevo volvió a ser un día muy tranquilo, sin demasiados avistamientos. Pero para mí no estaba siendo decepcionante. Me encantaba moverme por el desierto. Las dunas eran hipnóticas, los árboles transmitían resistencia y las aves rapaces me sorprendían a menudo con sus acrobacias. Estaba rodeado de pequeños detalles apasionantes.
– Por la noche, mientras estaba cocinando la cena, hubo una sorprendente tormenta eléctrica. Muchos rayos y truenos, pero sin prácticamente lluvia. Por suerte duró poco, y no tuve que sufrir por los rayos durante la noche.
Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.