Semana 16

Los gigantes del desierto

Los árboles del Kalahari me cautivaron desde el momento en que llegué al desierto. Llevaba ya tres semanas en el parque, y seguía sorprendiéndome por su belleza. Troncos robustos, desde los que nacían ramas de formas inverosímiles, coronadas por pequeñas hojas espinosas. La falta de agua había definido su naturaleza.

La espina de camello (Acacia erioloba) y el árbol de los pastores (Boscia albitrunca) eran los árboles que más había encontrado durante mi recorrido por el Parque Transfronterizo del Kgalagadi. Muchos de ellos aún resistían las condiciones adversas de ese territorio. Otros habían sucumbido al paso del tiempo, pero sus troncos todavía se mantenían erigidos. Recordando todo lo que habían sido.

Una semana más, no paré de detenerme para apreciar y fotografiar estas maravillas naturales. A menudo solitarias, pero a veces acompañadas por algun ave rapaz, descansando entre sus ramas; algún órice del Cabo, aprovechando la sombra de sus ramas; o algún felino, utilizando los troncos para marcar su territorio.

Estas fotos son un pequeño homenaje a los gigantes del desierto:

paisaje-vertical-s16-quinuituq

Un final de semana inmejorable

Hay días que compensan todas las esperas infructuosas. Los kilómetros improductivos, en busca de algún felino. El último día de esta semana, fue uno de ellos.

Había sido el primero en salir del camping de Twee Rivieren, y decidí ir por la pista que avanza junto al río Auob. Cuando llevaba unos treinta minutos conduciendo, vi una figura avanzando lentamente por la pista. Era un felino, y tenía manchas. Un guepardo o un leopardo. Cuando me fijé un poco más, aprecié su esbelta figura y su larga cola. Era un guepardo. Una hembra.

Caminaba lentamente por la pista. Y yo tuve el privilegio de irla siguiendo. Cuando la pista era lo suficientemente ancha para avanzarla, pasaba lentamente por su lado y me paraba unos treinta metros más adelante. Verla caminando hacia mí, con la cálida luz del amanecer, era una de las escenas que llevaba tiempo buscando.

La pude seguir durante más de tres horas. Hasta que el guepardo llegó al sitio en el que había cuatro leones comiéndose un órice. Un guepardo no tiene nada que hacer frente a un león. Por eso, desapareció rápidamente por encima de una duna.

guepardo-kalahari-s16
guepardo-quinuituq-s16

El día había empezado de la mejor forma. Pero terminó aún mejor.

Cuando ya estaba volviendo hacia el camping, y me quedaban unos 5 kilómetros para llegar, me desvié de la pista principal para acercarme a la balsa de agua de Samevleeing. Siempre es una buena idea mirar si hay algún animal bebiendo ahí. Sobre todo al atardecer.

Había poca luz. Por eso no fui capaz de identificar una figura marrón que estaba bebiendo agua. Cuando miré a través de la cámara, el corazón empezó a latirme rápidamente. ¡Era un caracal! Uno de los felinos más esquivos del desierto del Kalahari. Y el animal que más me ilusionaba ver.

Finalmente estaba pudiendo admirar sus ojos verdes y sus orejas puntiagudas.

No pudo acabar mejor la última semana en el Parque Transfronterizo del Kgalagadi.

Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.