Semana 18

La Llegada a la Reserva de Kariega

Siempre había querido realizar un voluntariado relacionado con la conservación del medio ambiente. Por eso, durante la preparación de mi ruta por el este y el sur de África, estuve buscando algún proyecto en el que colaborar.

En Sudáfrica es donde encontré la mayoría de opciones. Casi todas ellas consistían en colaborar con el equipo de investigación o conservación de alguna reserva privada. Había muchas propuestas interesantes. Y finalmente escogí el proyecto de la Reserva Privada de Kariega. Por un lado, porque estaba situado cerca de Port Elizabeth, donde terminaría la ruta por la Garden Route, y, por otro, porque vi que era una reserva muy implicada en la conservación de la naturaleza.

Cuando meses después llegué a la reserva de Kariega, no sabía exactamente lo que esperaría allí. No tenía nada claras qué tareas debería hacer, ni cómo sería mi día a día.

Para empezar, me instalé en una casa en la que viviría con el resto de voluntarios. En total diez personas de todo el mundo. La casa estaba dentro de la reserva, por donde había elefantes, rinocerontes o leones. Sin embargo, el jardín estaba cerrado, así que nos podíamos mover libremente.

Al día siguiente descubrí cuál sería la labor de los voluntarios de la semana. Colaboraríamos con el censo anual de los animales de la reserva, junto con el equipo de conservación.

El motivo por el que había que censar a los animales me creó un cierto conflicto interno. Censar a los animales era necesario para analizar si el número de especies estaba en equilibrio con la vegetación y con los depredadores. En caso de haber superpoblación entonces el excedente de individuos se vendería (muchas veces a granjas de caza) o sacrificaría.

Las reservas privadas (y también los parques nacionales) en Sudáfrica están delimitadas por una valla. Esto se hace para evitar conflictos entre animales y población. Pero esa limitación en el movimiento de los animales es lo que origina la necesidad de regulación. Cuanto mayor es una reserva menos interacción humana necesita para mantener el equilibrio. En el caso de Kariega, al ser una reserva pequeña (unas 12.000 hectáreas), cada año era necesario realizar acciones para asegurar el futuro del ecosistema de la reserva.

Sería ideal que estas reservas privadas no tuvieran que existir. Que hubiera suficientes espacios naturales en el país. Pero la realidad es que las reservas privadas juegan un papel fundamental en la conservación de muchos espacios naturales (con toda la fauna que vive allí) en el país. Sin estas reservas se habrían destruido todas estas zonas salvajes, para realizar granjas o campos de cultivo.

Por eso la conservación del ecosistema siempre es la prioridad en las reservas privadas bien gestionadas. Como me dijo el ecologista de Kariega: “salvar a un animal no sirve de mucho si después no puedes mantener su espacio natural”. Un animal sin su ecosistema pasa a ser dependiente de los humanos y está condenado a la extinción.

También supe que uno de los propósitos de la reserva de Kariega, y del conjunto de reservas privadas de la provincia de Eastern Cape, era ir ampliando su territorio para acabar fusionándose mediante corredores naturales. Así su espacio sería mucho mayor, y prácticamente no haría falta ningún tipo de acción humana.

Vi que no todo siempre es blanco o negro. Y, aunque todas las reservas privadas tenían algunas cosas que no acababan de hacerme el peso, su aportación en la conservación de los animales salvajes africanos y de su entorno era indiscutible.

Con las ideas más claras, ya estaba preparado para empezar el censo de los animales.

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Postales de la primera semana en la Reserva de Kariega

«Trabajar» en el exterior, en un entorno tan bonito como el de la reserva de Kariega, fue un gran privilegio. El paisaje dramático de esta reserva, donde se suceden las colinas y los valles, me dejó boquiabierto desde el primer día.

Y entre las diferentes tareas de la semana, también hubo tiempo para realizar algunos safaris y seguir disfrutando de los animales africanos.

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Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.