Volveré pronto

Cien treinta y ocho días después de haber empezado mi ruta por algunos de los países del este y el sur de África, y habiendo dedicado noventa y nueve de estos días a hacer safaris, había llegado el último día que pasaría en un entorno en el que vivían los grandes mamíferos africanos. El último día (de esta ruta) en el que podría disfrutar durante algunas horas más de la emoción incomparable de los safaris.

Antes de empezar el viaje no tenía claro si acabaría cansando de tantos elefantes, jirafas, leones o impalas. Sospechaba que no. Pero no lo sabía. La emoción de antes de hacer el último safari me delataba. No me había cansado. Después de todo lo vivido, tenía todavía más ganas de hacer nuevos safaris y de seguir fotografiando y admirando a los grandes mamíferos africanos.

El día no pudo empezar mejor. Mientras de madrugada íbamos hacia el punto de inicio del recorrido para censar a los animales, vimos una de las leonas de la reserva. Después de tres semanas allí todavía no la había visto. Con calma y la autoridad que caracteriza a los leones, cruzó por delante del coche y desapareció al cabo de unos segundos entre la vegetación.

Por la tarde, después de un día censando mamíferos y retirando antiguas vallas de la granja que antiguamente ocupaba el terreno de la reserva, dedicamos la última hora de luz del día a disfrutar de la fauna africana. Fue inolvidable el grupo de elefantes que vimos. Era el momento de despedirme de uno de los más fascinantes animales del planeta.

Justo cuando ya anochecía y estábamos volviendo a la casa donde vivíamos los voluntarios, nos avisaron de que habían visto a los dos leones machos muy cerca de allí. Habían cazado un pequeño ñu, y estaban empezando a comérselo. Una escena impactante. Un final salvaje para mi último safari del viaje.

Volveré pronto. Esto es lo único que pensaba mientras me iba alejando de los leones.