Semana 31

El final de la ruta por África

Había llegado la última semana de la ruta por África. Una nueva semana en Isla Mauricio, aprendiendo sobre la agricultura regenerativa y disfrutando de la hospitalidad de esta paradisíaca isla.

No necesitaba terminar el viaje de forma apoteósica. Nada podía superar todo el camino. Las experiencias con las que llevaba tanto tiempo soñando, y que había ido viviendo poco a poco.

7 meses por África no me habían permitido conocer suficientemente ninguno de los países que había visitado. Ni Uganda, Kenia, Tanzania, Botsuana, Sudáfrica, Madagascar, Isla Reunión o Mauricio.

7 meses por África me habían servido para enamorarme. Sobre todo de los territorios salvajes que todavía existen en el este y en el sur del continente. Allí donde grandes manadas de elefantes son los arquitectos de los ecosistemas; donde el rugido de los leones resuena durante las noches estrelladas; las huellas de los leopardos quedan grabadas en la arena o la silueta de las jirafas rompen los horizontes sin fin de la sabana.

Me había enamorado de los safaris. De ser un testigo del curso de la naturaleza prístina. De contemplar un mundo inalterado por los humanos.

Pasar tantos meses en los parques nacionales, también me había permitido confirmar la resiliencia y la capacidad de recuperación de la naturaleza. Cuando se le concede el espacio y la libertad que merece, la flora y la fauna son capaces de sobreponerse a las más adversas condiciones. Con este viaje sigo más involucrado que nunca en la lucha por la protección del mundo natural. Estamos en un momento de emergencia climática; pero confío en que todavía hay tiempo para revertir la situación.

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Había pensado mucho sobre esto durante estos últimos días en Mauricio. Y me alegraba haber dedicado la última parte del viaje a un proyecto que lucha directamente para revertir la degradación del suelo y los efectos del cambio climático. Aunque fuera a pequeña escala, la suma de las acciones individuales puede marcar la diferencia.

Mientras empaquetaba todo el equipaje y me despedía de Nathalie y Jérôme, no dejaba de pensar en nuevas travesías que podría hacer por el continente africano. Pero también estaba emocionado por volver a casa, donde haría una pausa de unas semanas antes de continuar con mi largo viaje.

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Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.