Semana 38

Hasta la ciudad del Fin del Mundo

Había llegado el momento de cruzar la primera frontera en coche. De Chile a Argentina. La isla de Tierra del Fuego está dividida entre estos dos países, y Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, forma parte de Argentina.

Las fronteras en Sudamérica no suelen ser complicadas, y cruzar de Chile a Argentina, o viceversa, suele ser trivial. Sin embargo, ser extranjero con un coche chileno, a veces puede traer alguna confusión. Sobre todo al principio, cuando todavía no están todos los documentos del coche actualizados. La burocracia es lenta en todas partes.

No negaré que estaba un poco nervioso al entrar en el control fronterizo. Pese a estar informado de los pasos a seguir, me sentía muy inexperto. Todo transcurrió sin percances hasta el control de aduanas, donde revisaron los papeles del coche. Allí, con la simpatía característica de estos sitios, la funcionaria me informó de que no podía sacar el coche de Chile porque todavía no figuraba a mi nombre. Cuando después de repetirme varias veces que no podía salir del país, finalmente me escuchó, logré hacerle entender que tenía en sus manos un documento del antiguo propietario que me autorizaba a salir de Chile mientras la documentación no estuviera actualizada.

Finalmente, el “no puedes” se convirtió en un “es verdad, con eso sí que puedes cruzar la frontera” y continué con el proceso migratorio. Si me hubiera escuchado desde el principio, me hubiese evitado el susto inicial…

Al entrar en Argentina aparentemente poco había cambiado. Sólo la moneda, el precio de la gasolina y el acento de sus habitantes. El tráfico y movimiento de Río Grande, me sorprendió. No esperaba encontrar una ciudad de más de 100.000 habitantes en Tierra del Fuego. Pero sólo fue una breve parada, antes de encaminarme hacia Ushuaia.

A medida que me acercaba a Uhsuaia, la estepa patagónica fue desapareciendo y, de nuevo, las montañas, ríos y lagos se apoderaron de los paisajes. Frente a mí, los Alpes Fueguinos creaban un escenario encantador.

En la ciudad del fin del mundo, las montañas se encuentran con el mar, y es habitual poder pasar la mañana caminando entre glaciares y por la tarde salir a navegar por el emblemático Canal del Beagle. Desafortunadamente, no pude navegar por este famoso canal, debido a un temporal de viento que se prolongó durante cinco días. Por eso, pasé los días en Ushuaia caminando por los bosques de lenga que rodean esta ciudad, para llegar a preciosas lagunas como Laguna Témpanos o Laguna Esmeralda. También dediqué un día al Parque Nacional de Tierra del Fuego, una gran reserva de bosque patagónico y donde termina (o comienza) la mítica carretera N3.

Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.