Semana 4
El Serengeti y otros parques nacionales del norte de Tanzania
Ya era de noche en el Serengeti. Se acercaba el momento de ir hacia mi pequeña tienda, plantada en uno de los campings públicos situados en el centro del parque nacional. Dormir allí era tan intrigante como hacer un safari. Nada impedía que los animales se acercaran a las tiendas.
Me hallaba rodeado por más de 14.000 km² de una de las sabanas más salvajes del planeta. Planicias infinitas, que cada año son testigo de una de las migraciones de herbívoros más impresionantes y masivas del planeta. Una procesión que, con su recorrido, atrae a numerosos depredadores y carroñeros.
Por eso, mientras caminaba los cincuenta metros que separaban el porche donde había cenado del lavabo, iba analizando con una linterna los arbustos. Esperando no encontrarme un par de ojos mirándome fijamente. Y sabiendo que lo más probable era que hubiera algún babuino o impala caminando por la zona. Lo último que me esperaba cuando vi una silueta moviéndose junto al lavabo era encontrarme con un enorme elefante.
Después de tres semanas de safaris por el este de África ya había visto a muchos elefantes. Pero ver a uno tan de cerca y sin la protección del vehículo fue completamente distinto. Sentí la fuerza salvaje de estos animales. Y agradecí el espíritu pacífico de la naturaleza. Me quedé quieto, mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad. El elefante siguió comiendo tranquilamente, sin mostrarse agresivo ni inquieto, así que hice lo que más deseaba: quedarme allí contemplándole. Compartiendo unos minutos con uno de los animales más fascinantes del Serengeti.
No fui capaz de irme a dormir con este descomunal ser paseando a pocos metros de las tiendas. Lo estuve observando, junto a otros viajeros y algunos de los guías, mientras poco a poco se iba alejando del camping.
Cuando ya me preparaba para entrar a la tienda escuché un rugido inconfundible. Un león. No estaba cerca, pero el mensaje estaba claro. Aquel era su territorio. Para evitar problemas, entré en la tienda y me sumergí en la melodía nocturna de la sabana. Profunda, auténtica y cautivadora.
Otros recuerdos de la cuarta semana del viaje
He decidido escribir sobre este instante en el Serengeti porque es un recuerdo del que sólo tengo algunas fotos borrosas hechas con el móvil. No había luz para nada mejor. Ni tampoco pudo captar todo lo que me transmitió ese encuentro.
La cuarta semana de viaje, recorriendo algunos de los parques nacionales del norte de Tanzania, ha estado llena de muchos grandes momentos. He viajado diferente, en grupo, y aunque esto me ha dificultado hacer algunas fotos (no a todo el mundo le gusta madrugar tanto como a mí, ni siempre podía tener la mejor posición dentro del coche…) he podido compartir la pasión por la naturaleza con otras personas y disfrutar de una forma diferente.
Estos son algunos de los recuerdos de esta semana, que merecen aparecer dentro de este pequeño resumen del viaje:
Los curiosos elefantes del parque nacional Tarangire
La primera parada del safari por Tanzania fue en el Parque Nacional Tarangire. Tenía muchas ganas de ver a los baobabs milenarios de este parque nacional, y también a sus elefantes.
Los reyes del Serengeti controlando las llanuras desde un kopje
Ver a una pareja de leones descansando majestuosamente desde la roca más alta de un kopje me permitió ver en primera persona una escena que siempre había imaginado.
La siesta del leopardo del Serengeti
La zona central del Serengeti, el área conocida como Seronera, es una de las zonas en las que se ven más leopardos. Sin embargo, no es fácil. Son animales muy esquivos, que a menudo huyen de los ruidos. Además se camuflan muy bien.
Por eso, viendo a un leopardo durmiendo tranquilamente entre las ramas de una acacia me sentí muy afortunado. Estaba algo lejos, y no abrió los ojos en ningún momento, pero no dejó de ser un momento especial para mí.
Caminando entre jirafas
En el camping del Serengeti, aparte de tener una inesperada visita de un elefante por la noche, también pude ver a un grupo de jirafas. Aún no había demasiada gente, y fueron acercándose al campamento mientras comían.
Justo empezaba a llover, y yo aproveché para acercarme un poco a dónde estaban ellas. Dejé una distancia prudencial, y me quedé quieto. Mientras seguían comiendo se fueron acercando cada vez más a mí. Hasta unos tres o cuatro metros.
Las piscinas de hipopótamos del Serengeti
Las piscinas de hipopótamos del Serengeti se pueden oler antes de verlas. Son pequeñas zonas naturales de agua estancada y de poca profundidad, donde los hipopótamos se pasan el día en remojo. Están tan apretados que los conflictos son inevitables. Observarlos un buen rato es una buena forma de completar cualquier safari por la sabana tanzana.
Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.