Semana 45

Instantes de una semana por el sur de la Patagonia Argentina

Después de cuatro horas conduciendo por las vastas extensiones de la estepa de la Patagonia de Argentina, las montañas irrumpieron frente a mí. Una cordillera escarpada, sobre la que se formaban nubes cada vez mayores, me anunciaba la llegada al Parque Nacional Los Glaciares. Un territorio que, con el glaciar del Perito Moreno como gran emblema, necesita pocas presentaciones.

El glaciar del Perito Moreno

Después de una noche en el turístico pueblo de El Calafate, conduje los 80 kilómetros que separan este municipio del glaciar más famoso de la Patagonia: el Perito Moreno. Una enorme masa de hielo turquesa que se extiende a lo largo de 260 kilómetros y que en algunas partes tiene una altura de prácticamente 60 metros.

Caminando por las pasarelas que permiten observar este glaciar desde una distancia segura, pude presenciar el espectáculo sonoro y visual de algunos bloques de hielo que se resquebrajaban y desplomaban en las aguas del lago Argentina. Un momento fascinante y también estremecedor: debido al cambio climático, desde el 2020 el gran glaciar del Perito Moreno ha perdido el equilibrio y cada año pierde más hielo del que recupera en la zona de acumulación.

Acampando en el Lago Roca

A media tarde, volví al coche de nuevo para acercarme hasta el tranquilo Lago Roca, a unos 60 kilómetros de allí. Para llegar a este lago, mucho menos turístico y visitado, tuve que hacer la mitad del recorrido por algunas pistas de tierra que hacían tambalear el coche. Pero al final del camino me esperaba un pequeño paraíso en el parque nacional.

La subida al Cerro los Cristales

Hice noche en un área de acampada libre junto al Lago Roca y al día siguiente por la mañana un cielo rojizo hizo aún más mágica la salida de sol a orillas del lago.

Cuando el día ya empezaba a despuntar, me calcé las botas para ascender hasta el Cerro Los Cristales. Después de 1.000 metros de desnivel en 4 kilómetros, en la cima me esperaba una vista panorámica excepcional: un paisaje dominado por montañas y lagos, donde también pude apreciar de nuevo el glaciar del Perito Moreno.

La vida Camper menos glamurosa

No todas las noches del viaje las paso en entornos idílicos, bajo un cielo estrellado y junto a un lago turquesa. En ocasiones, también duermo en los aparcamientos de las estaciones de servicio. Es poco elegante, pero en Argentina están muy bien preparadas y son seguras.

Así es como pasé la última noche en El Calafate. Rodeado de otros furgonetas de viajeros y aprovechando el rápido wifi de la estación de servicio para actualizar el blog y realizar copias de seguridad de las fotos de los días previos.

El Chaltén y el monte Fitz Roy

Para terminar la semana, cogí el coche de nuevo para dirigirme hasta El Chaltén. Desde este pequeño pueblo comienzan muchas rutas a pie que se adentran por otra región del Parque Nacional Los Glaciares. Una zona de montañas verticales encantadoras, donde el Fitz Roy domina el horizonte.

Para poder apreciar el Fitz Roy en su máximo esplendor, caminé hasta el campamento Poincenot. Este campamento es la base escogida por todos los que quieren subir de madrugada hasta la Laguna de las Tres, para contemplar un amanecer incomparable a los pies del Fitz Roy.

Después de una fría y corta noche, mientras subía entre la penumbra hacia la laguna, me imaginaba los picos de las montañas iluminándose con los primeros rayos de sol. Una escena que no pude presenciar en primera persona, ya que la tímida luz del amanecer no pudo superar las nubes que cubrían buena parte del cielo.

Sin embargo, el paisaje de la Laguna de las Tres con el Fitz Roy reflejado era uno de los más mágicos que había visto en la Patagonia. Podría haber sido aún más espectacular. Pero nada podía reprocharle al clima de la Patagonia. También las nubes, el viento y la lluvia formaban parte de ese territorio que no dejaba de maravillarme e inspirarme.

Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.