Buscando luces mágicas

Después de una noche gélida, gran parte de la superficie de la Laguna Torre estaba cubierta por una fina capa de hielo. Era un hielo que desaparecería al cabo de unas horas, cuando el sol empezara a iluminar un paisaje que seguía inmerso en la oscuridad.

Hacía días que perseguía un amanecer memorable entre las montañas que rodean el pueblo de El Chaltén. Un instante efímero, en el que el paisaje aparentemente inerte, se transforma en cada segundo. Seguramente la imprevisibilidad de cada salida de sol era lo que me obsesionaba. No tenía suficiente con una.

Durante el corto trayecto desde el campamento de Agostini hasta la Laguna Torre ya había podido comprobar que no había prácticamente ninguna nube. El momento prometía.

Lentamente, el Cerro Torre y el resto de picos que le rodeaban empezaron a teñirse de rojo. Los reflejos de las montañas sobre la laguna eran cada vez más intensos. Y todo el paisaje se convirtió en un cuadro de belleza indescriptible.