Semana 53

Pausa en el Parque Tepuhueico

Después de meses de movimiento constante, despertarme cada día en el mismo sitio se convirtió en un placer inesperado. En un entorno inmejorable, cada mañana me acompañaba el murmullo del río Bravo, el principal curso de agua que serpentea por el bosque del Parque Tephueico. A menudo, el canto del martín pescador de collar acompañaba mi despertar y, desde la ventana de la acogedora cabaña de madera donde residía durante el voluntariado, me sorprendía el vuelo eléctrico de un colibrí.

Fue una semana sencilla. Una de las más tranquilas de mi travesía por Sudamérica. Pasé la mayoría de horas en la portería, explicando a los visitantes la normativa de esta área de conservación y los distintos senderos disponibles. Durante los ratos libres me dediqué a cortar leña y a mantener encendida la estufa de leña que, después de días de lluvia, era imprescindible para calentar la casa.

También me reencontré de nuevo con algún ejemplar de pudu del sur. Gradualmente, fui comprendiendo mejor sus movimientos y las zonas óptimas para avistarlos. Además, en una salida nocturna, finalmente pude observar y fotografiar un zorro de Darwin. Fue un momento memorable, sobre todo teniendo en cuenta que esta especie se encuentra en peligro de extinción, con sólo 400 restantes individuos. De hecho, el zorro de Darwin se considera la especie de cánido más amenazada del mundo.

La importancia de la labor de las reservas naturales, como la del Parque Tepuhueico, me resultaba aún más evidente en estos contextos. Conservar los ecosistemas en su estado natural es crucial para la protección de la biodiversidad, y estos esfuerzos de conservación son vitales para asegurar la supervivencia de especies tan amenazadas como el zorro de Darwin.

quinuituq-s53-pudu-tepuhueico

Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.