Semana 7
Siempre querré volver al Delta del Okavango
Inhóspitos e inalterados. Así eran los kilómetros y kilómetros del Delta del Okavango que se extendían bajo mis pies. Sobrevolar este territorio en avioneta era una delicia. Y aunque el delta no estaba completamente inundado, un momento que suele llegar en junio cuando las lluvias de las tierras altas de Angola llegan a Botsuana, el paisaje lucía uno de los verdes más intensos del año. Después de meses de lluvia, la vegetación se encontraba en su mejor momento.
Así comencé la séptima semana del viaje. Adentrándome en el corazón del Okavango. Para pasar cinco días en un campamento en la concesión de Kwara, el Splash Camp. Durante los cinco días allí, gastaría el 70% de mi presupuesto para el viaje a Botsuana de veinte días. Pero en Botsuana, y sobre todo en el área del delta del Okavango, se ha apostado por safaris exclusivos para evitar masificaciones y la degradación del ecosistema. Obviamente, había alternativas de menor presupuesto, pero viajando en temporada baja y yendo solo, la diferencia era poca. Por eso aposté por esta opción. Estaba convencido de que el esfuerzo económico valdría la pena.
Poco me importaba la cama amplísima que me esperaba. Ni la abundancia y variedad de comida. El motivo que me trajo hasta allí eran sus animales salvajes. Y la posibilidad de hacer safaris acompañado de un guía y un rastreador expertos, con una gran habilidad para encontrar los escurridizos depredadores del Okavango. Especialmente los amenazados perros salvajes africanos.
Tenía tantas expectativas puestas en estos cinco días, que cuando se terminaron sentí una pequeña decepción. Seguramente era la melancolía de tener que abandonar un territorio tan especial.
Revisando las fotos, no me costó demasiado sentirme un privilegiado por haber podido presenciar escenas mágicas en un territorio virgen. Había vivido muchos momentos memorables. Estos son sólo una pequeña recopilación:
Las salidas y puestas de sol en el Okavango
Los amaneceres y atardeceres que vi en el Delta del Okavango fueron de los más bonitos que he visto nunca. No sólo por el cielo, que se enrojecía con intensidad, sino por los colores que adoptaban los árboles y la hierba con las primeras y últimas luces del día. Naranjas, verdes y dorados que combinaban magistralmente.
Leones en la oscuridad
Uno de los privilegios de hacer un safari en una concesión privada es que los coches pueden ir campo a través mientras rastrean a los animales. Además, se pueden realizar safaris de noche. Cada día, después del safari de tarde, parábamos a comer algo en medio de la nada. Cuando ya había oscurecido, iniciábamos la vuelta al campamento. Con una linterna el rastreador iba analizando sus alrededores, para intentar ver algunos ojos brillantes.
Uno de los días, tuvimos la suerte de encontrarnos con un grupo de leonas. Estaban estiradas junto a la pista, probablemente desperezándose antes de empezar a cazar.
Los perros salvajes del Delta del Okavango
Aunque los perros salvajes se encuentran en varios países del este de África, para mí son uno de los animales más icónicos de Botsuana. El Delta del Okavango es una de las mejores zonas para intentar fotografiarlos. Pero igualmente sigue siendo difícil, y sobre todo durante los meses en los que viven nómadamente. Sólo se están fijos en una zona, en una madriguera, desde finales de junio hasta agosto, que es la época en la que crían.
Aunque mi guía me dijo que hacía días que no los veían por la zona, seguía teniendo esperanzas de ver a estos fascinantes animales. Eran el motivo principal por el que estaba allí.
Por eso me alegré tanto cuando el rastreador, K.B., anunció que acababa de ver huellas frescas de perros salvajes. Aunque todavía quedaba lo más difícil: localizarlos. Todos confiábamos en K.B. cuando se bajó del coche para poder ir seguido las huellas con precisión. Unos minutos más tarde encontró lo que buscabámos: una numerosa manada de 29 perros salvajes. La Kwara Pack. La mayoría de ellos estaban durmiendo. Parecía que habían cazado algo durante la mañana y ahora necesitaban digerirlo.
No fue un momento de demasiada acción. Pero para mí fue suficiente para ser inolvidable. Era la primera vez que veía perros salvajes africanos. Solo espero que no sea la última.
El Ciclo de la vida
Cada día las jirafas me parecen más sorprendentes. No cabe duda de que es el animal con una anatomía más particular, que determina en gran parte su forma de andar, beber o dormir.
Cuando una jirafa se muere, comienza un festín por los carnívoros en el Delta del Okavango. Es el ciclo de la vida. Su olor suele atraer leones, leopardos, hienas y buitres.
Descubrimos el cadáver de una jirafa que habría muerto hacía uno o dos días. Posiblemente, los leones y las hienas ya habían devorado su parte principal. Ahora quedaban los restos. Era el momento de los buitres y otros carroñeros.
Un león bajo un cielo amenazador
Aunque se pueden hacer safaris cuando llueve, no suele ser la mejor situación. Con las precipitaciones la mayoría de animales se refugian entre los arbustos, en las zonas con mayor vegetación, por lo que es mucho más complicado localizarlos.
Sin embargo, los momentos previos a la lluvia suelen ser muy especiales. En el Delta del Okavango pude ver muchísimos cielos dramáticos, que anunciaban una tormenta en pocos minutos. Poder fotografiar a un enorme león macho en este ambiente fue uno de los momentos álgidos de estos días.
Las nuevas generaciones de la Kwara Pride
Me despedí de este bonito rincón del Delta del Okavango con una formidable observación. Pudiendo observar a diez miembros de la Kwara Pride, mientras se refugiaban de una fina lluvia bajo unos arbustos.
Allí estaban los tres pequeños cachorros que habían nacido a finales de enero. Tres pequeños felinos esperanzadores por el incierto futuro de los leones en Botsuana y en el resto de África.
Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.