El sur de Islandia tiene un paisaje lleno de contrastes. Sin tener que recorrer grandes distancias se puede pasar de grandes prados de verde exuberante, a playas volcánicas con una arena prácticamente negra. O también se puede ir de territorios sin prácticamente relieves, a entornos escarpados moldeados por el agua. Formaciones geológicas alucinantes, como el cañón Fjaðrárgljúfur.
El cañón Fjaðrárgljúfur se trata de un cañón formado por la erosión del agua que baja de los glaciares. Una acción continuada durante millones de años, que ha construido un paisaje de acantilados vertiginosos.
El cañón Fjaðrárgljúfur se encuentra bastante cerca de la Ring Road , a unos 4 kilómetros. Aunque la pista que llega hasta el parking del cañón no está asfaltada, se puede conducir por ella cómodamente con cualquier clase de coche.
El pueblo más cercano al cañón Fjaðrárgljúfur es Kirkjubbaejarklaustur.
Hasta el año 2015, este cañón era una de las joyas ocultas de Islandia. No era demasiado popular, y era frecuente visitarlo sin turistas. Con el único sonido del agua del río Fjaðrá, que sigue erosionando las paredes de esta formación.
Sin embargo, en los últimos años su popularidad ha ido mucho en aumento. Por eso, al visitarlo hay que tener en cuenta varios puntos:
Independientemente de la época en que se visite el cañón Fjaðrárgljúfur, dada la abundancia de visitantes durante los últimos años, es necesario no salirse de los caminos, y recorrer sólo las zonas permitidas. Así, se evita la erosión de las zonas más sensibles.
Desde el parking, el recorrido más habitual consiste en seguir el camino señalizado de unos 2 kilómetros. Es un sendero sencillo, en el que hay diferentes miradores que permiten contemplar las verticales paredes, de unos 100 metros de altura. Hay una plataforma metálica que se adentra desde las alturas en el cañón, ofreciendo uno de los mejores puntos de vista.
Al terminar este recorrido, también es muy aconsejable acercarse hasta la parte baja del cañón. Es una perspectiva completamente distinta.
Después de una intensa mañana, visitando primero la cascada Seljallansfoss y después la cascada Skógafoss, a media mañana llegamos a la playa Reynisfjara.
La playa Reynisfjara es una de las famosas playas de arena negra de Islandia. Desde el parking de la playa vemos a lo lejos el arco de Dyrhólaey, y tenemos una buena panorámica del litoral. También es una buena zona para buscar frailecillos en los acantilados. Teníamos muchas ganas de ver a estos adorables pájaros, pero no tenemos demasiada suerte. Aunque podemos ver algunos, no hay muchos y están bastante lejos. Igualmente, no nos preocupa mucho porque ya tenemos localizado un lugar en el que, si todo va bien, podremos ver una gran cantidad de estas aves.
Pasamos un buen rato paseando por la playa, y observando las columnas de basalto. Allí también encontramos algún frailecillo.
Hacia el mediodía volvemos al coche, para conducir hasta el pequeño pueblo de Vík. Es una buena zona donde almorzar, en alguna de las cafeterías del pueblo.
Pero lo mejor de este pueblo es acercarse hasta su playa, desde donde se pueden observar perfectamente las rocas Reynisdrangar. La leyenda cuenta que estas tres rocas eran troles que se quedaron petrificados cuando los rayos de sol cayeron sobre ellos. Son uno de los puntos más icónicos de esta zona de Islandia, sobre todo entre los aficionados a la fotografía de paisaje.
Por la tarde nos dirigimos hacia el cañón Fjaðrárgljúfurr. En 2013, cuando hacemos este viaje, este cañón es todavía bastante desconocido. Sin embargo, hemos leído que es una de las formaciones geológicas más bonitas de Islandia, y no queremos perdérnoslo.
Una vez aparcamos, nos ponemos a andar sin ver el cañón y sin tener muy claro si estamos en la zona correcta. Pero después de una pequeña subida, finalmente encontramos el fascinante cañón Fjaðrárgljúfurr. Es uno de los paisajes más bonitos del viaje a Islandia. Caminamos completamente solos durante una hora, por un camino que avanza por el lateral del cañón.
El final del recorrido coincide con el fin del cañón. Allí el río Fjaðrá -el escultor de esta obra de arte- gana un poco más de profundidad y hay un puente para poder atravesarlo.
Cuando volvemos al coche, conducimos el último trayecto del día hasta el alojamiento. Unos 30 kilómetros por la Ring Road , que nos permiten seguir descubriendo los paisajes de Islandia. De camino, no podemos evitar parar en Kirkjubaejarklaustur, un pequeño pueblo inmerso en un evocador paisaje.
Con ganas de descansar un poco, llegamos a la Hvoll Guesthouse. Un fantástico alojamiento, situado justo al lado de un lago, y rodeado de naturaleza. Desde allí tenemos unas maravillosas vistas de algunos de los glaciares del Parque Nacional Skaftafell, que visitaremos al día siguiente.
(Este post corresponde a la tercera parte del segundo día del viaje a Islandia)
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