La cascada Skógafoss, alimentada por el agua de los glaciares Eyjafjallajokull y Myrdalsjokull, es una de las mayores cascadas de Islandia: tiene una anchura de 25 metros y una altura de 60 metros. Sin embargo, lo más fascinante de este salto de agua no son sus dimensiones. Es su belleza.
En verano el agua cae sobre un terreno de piedras muy oscuras, prácticamente negras, que contrastan con el verde de los acantilados recubiertos de musgo que rodean la cascada. En invierno el blanco de la nieve se acumula en el paisaje y crea una atmósfera de pureza cautivadora.
En algunas guías de Islandia hablan de la Skógafoss como la cascada perfecta. Quizás no lo es, pero sí es un imprescindible de cualquier viaje a Islandia.
¿Dónde se encuentra la cascada Skógafoss?
Recorriendo la Ring Road en coche, es muy fácil llegar hasta la cascada Skógafoss. Se encuentra sólo a 1,5 kilómetros de esta carretera.
Hay que desviarse de la carretera principal siguiendo las indicaciones del pequeño pueblo de Skógar. Y una vez allí, ya aparece perfectamente indicada la cascada Skógafoss. El parking está muy cerca del salto de agua.
¿Cuándo visitar la cascada Skógafoss?
Islandia es un país que puede visitarse en cualquier momento del año. Cada estación tiene sus ventajas. La cascada Skógafoss no es una excepción.
En verano el clima es más benevolente, pero también hay muchos turistas. Es una buena estación para ver esta cascada con mucha abundancia de agua. Además, con un poco de suerte, si hace sol podrás ver el arco iris justo donde cae el agua de la cascada. Durante los meses de temporada alta, el mejor momento del día para conocer la Skógafoss son las primeras y últimas horas del día. Esto es clave para disfrutar de mayor tranquilidad durante la visita.
En otoño e invierno, el frío y la nieve se apoderan del paisaje. Y hay muchos menos turistas. Es un momento muy especial para acercarse hasta la cascada Skógafoss. E incluso, se puede tener la oportunidad de ver ese salto de agua y la aurora boreal danzando sobre él.
Consejos para visitar la cascada
El principal consejo para visitar la cascada Skógafoss es no quedarse sólo con la primera perspectiva del salto de agua. Aparte de contemplarla desde abajo, desde donde las vistas son maravillosas, es muy recomendable subir las escaleras que empiezan en la parte derecha del salto de agua. Son casi 500 peldaños. Pero las vistas compensan el esfuerzo.
A medida que se sube la perspectiva cambia por completo. Ahora bien, la gran recompensa de subir son las magníficas vistas del río Skógá y su entorno. De hecho, el camino que hay junto al río es el tramo final del trekking más popular de Islandia: la ruta de Laugavegur. Esta larga caminata tiene una duración de unos seis días si se hace completamente, aunque mucha gente opta por hacer sólo una parte. Transcurre por un entorno natural precioso, como las fascinantes montañas de colores del valle Landmannalaugar.
Visitando Skógafoss: nuestra experiencia
De la cascada Seljalandsfoss a la cascada Skógafoss
Después de iniciar el segundo día del viaje a Islandia admirando la cascada Seljalandsfoss, nos dirigimos hacia uno de los puntos del sur de Islandia que más ganas teníamos de visitar: la cascada Skógafoss. Habíamos visto muchas fotos de ese salto de agua, pero no hay nada como contemplarla en primera persona.
Recorriendo el entorno de la cascada
Después de aparcar el coche vemos a un grupo de caballos islandeses comiendo en los prados que rodean la parte baja de la cascada. Estos caballos son muy amigables, y por lo general no les molesta que la gente se acerque.
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Una vez observada y fotografiada la cascada desde su parte baja, nos dirigimos hacia los escalones. Las vistas desde arriba son maravillosas. Agradecemos la tranquilidad que se respira al andar unos metros junto al río Skógá. Todo el mundo se queda en la zona de la cascada. Pero este camino es ideal para seguir descubriendo la belleza de los paisajes islandeses.
Aún nos quedan muchas cosas por visitar durante el día de hoy, así que después de recorrer poco más de un kilómetro por este sendero, damos media vuelta y volvemos hacia el coche para conducir hasta la playa de Dyrhólaey.
(Este post corresponde a la segunda parte del segundo día del viaje a Islandia)
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