Semana 19

La lucha contra la caza furtiva de rinocerontes

Si antes de empezar mi ruta por Sudáfrica alguien me hubiera dicho que acabaría de público en un juicio en la ciudad de Alejandría, no sé qué hubiera pensado.

Justo esto es lo que me ocurrió durante mi segunda semana en la Reserva de Kariega. Había salido a la prensa que seis personas acusadas de intentar cazar furtivamente a un rinoceronte, serían juzgadas el día 14 de junio. Los voluntarios de la reserva decidimos acudir de público al juicio. No podíamos dejar pasar la oportunidad de apoyar la causa. Y menos teniendo en cuenta la historia reciente de la Reserva de Kariega.

En 2012, tres rinocerontes de la reserva fueron atacados por un grupo de cazadores furtivos. Les arrancaron a golpe de azada sus cuernos. Dos de esos rinocerontes murieron (uno durante la noche del ataque, y el otro unas semanas después). Pero el tercer rinoceronte, Thandi, sobrevivió contra todo pronóstico. Su historia dio la vuelta al mundo. Una historia esperanzadora y una muestra más de la capacidad de recuperación de la naturaleza.

Thandi fue la primera rinoceronte del mundo que sobrevivió a un ataque de cazadores furtivos. Tuvo que superar numerosas operaciones (muchas de ellas completamente innovadoras), y gracias a que sobrevivió actualmente hay otros 8 rinocerontes en el mundo. Ella, sus 5 crías y las 2 crías de sus crías.

Cada vez que veía a Thandi, que justo había tenido una cría hacía unos meses, me emocionaba. Su cicatriz, que nunca se ha terminado de cerrar del todo, era un recuerdo de que la lucha por la supervivencia de los rinocerontes sigue siendo necesaria. Todos los esfuerzos son imprescindibles para alejar a esta especie de la extinción.

(Si quieres colaborar con la conservación de los rinocerontes, puedes encontrar más información sobre el programa de voluntariado en la reserva aquí. También puedes leer más información sobre la Kariega Foundation y su proyecto “Save the Rhino” aquí.)

Este post forma parte del resumen semanal de mi largo viaje, un viaje que al que he llamado Quinuituq.