El Monte Perdido. Queríamos encontrarlo. Sentirnos minúsculos ante la escupidera. Y completar la ascensión a sus 3.355 metros de altura, hasta llegar al punto más alto del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Pero llegar a la cima de Monte Perdido era sólo la excusa para trazar un recorrido por uno de los parajes más bellos de los Pirineos. Caminando entre hayedos, circos glaciares, preciosas cascadas y paredes vertical. Contemplando las esculturas del paso del tiempo.
Entre los diferentes itinerarios posibles, escogimos el más popular: la ascensión al Monte Perdido desde la Pradera de Ordesa. Perfecto para hacerlo en dos días y pasar una noche en el Refugio de Góriz, rodeados de cumbres escarpadas.
El espectáculo estaba asegurado. ¿Y si empezamos a caminar?
Ascensión al Monte Perdido desde la Pradera de Ordesa: Cómo llegar
La llegada al parking de la Pradera de Ordesa, el punto de inicio del recorrido a pie, variará según la época en que hacemos la ascensión:
- Del 1 de julio al 15 de septiembre, en Semana Santa y durante el Puente del Pilar no se puede acceder al parking de la Pradera de Ordesa en coche particular. En estos casos hay que dejar el coche en el parking público de Torla y coger un bus hasta la Pradera. Precios del bus: 4,50 € ida y vuelta. 3 € un solo trayecto. Horario del bus de Torla a la Pradera de Ordesa:
Periodo | Primera Subida | Última Subida | Última Bajada |
---|---|---|---|
Semana Santa | 7:00 horas | 18:00 horas | 20:30 horas |
Del 1 de Julio al 15 de Septiembre | 6:00 horas | 19:00 horas | 22:00 horas |
Puente del Pilar | 7:00 horas | 18:00 horas | 20:30 horas |
- Fuera del periodo anterior el acceso a la Pradera de Ordesa en coche particular sí está permitido y se puede dejar el coche allí.
Ascensión al Monte Perdido desde la Pradera de Ordesa: Características de la ruta
Ascender al Monte Perdido desde la Pradera de Ordesa es hacer un recorrido por algunos de los puntos más icónicos del parque nacional. Con preciosos paisajes sucediéndose, mostrando un repertorio difícilmente imaginable.
Poco representan los números la majestuosidad de esta ascensión, pero antes de empezar, repasemos un poco las características de la ruta:
Lugar | Torla. Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Pirineo Aragonés. |
Inicio | Pradera de Ordesa |
Longitud total | Unos 37 kilómetros (12,6 km en la primera etapa y 24,4 en la segunda) |
Tiempo efectivo de caminata | Unas 16 horas (5 horas la primera etapa y 11 horas la segunda) |
Desnivel positivo | 2.160 metros (1.005 la primera etapa y 1.155 la segunda) |
Desnivel negativo | 2.160 metros (Todo en la segunda etapa) |
Dificultad | Alta en verano y muy alta en invierno o cuando todavía hay nieve en la escupidera. |
Ascensión al Monte Perdido desde la Pradera de Ordesa: Primer día. Desde la Pradera de Ordesa a Góriz por el Circo de Soaso
No habían pasado ni veinte minutos desde que habíamos abandonado el bus en el parking de la Pradera de Ordesa (sobre las diez de la mañana) cuando empezamos a adentrarnos por un precioso hayedo. Rodeados de árboles, avanzábamos mientras oíamos el agua del río Arazas, que iríamos dejando a la derecha a lo largo de este popular y concurrido camino hasta la cascada de la Cola de Caballo.
El bosque por sí solo ya era un espectáculo más que digno, pero faltaba la armonía del agua. Primero la Cascada de Arripas, seguida de la Cascada de la Cueva y la Cascada del Estrecho. Nadie se resistía a sus encantos.
Después de habernos detenido a todos los miradores de los saltos de agua, seguimos caminando entre hayas. Treinta minutos más tarde, abandonamos definitivamente el bosque. Y apareció la inmensidad de Ordesa. Sus paredes verticales e impenetrables.
Seguíamos caminando por el lado del río, que fielmente nos mostraba los tesoros que la erosión había esculpido. Y no tardamos en llegar a las sorprendentes Gradas de Soaso. Cada pocos pasos encontrábamos un nuevo salto de agua.
Se nos hacía complicado avanzar sin detenernos cada pocos pasos. Sin saber dónde mirar. Todo era precioso. La Faja Pelay y la Punta de Tabacor limitaban el Circo de Soaso, por donde caminábamos sintiéndonos diminutos. Y a lo lejos, escondido entre las nubes, sabíamos que se elevaba el Monte Perdido.
Después de cuatro horas de caminata (aprovechando que hacía buen día y que no teníamos prisa habíamos hecho muchas paradas), llegamos a la popular cascada de la Cola de Caballo. Este es el punto donde la mayoría de gente que hace la ruta de un día da la vuelta. Pero a nosotros aún nos quedaban unos 2,5 kilómetros y unos 400 metros de desnivel positivo hasta el Refugio de Góriz.
Para ascender hasta el refugio desde la cascada hay dos opciones: tomar un camino más largo que sube en zigzag (el Camino de las Mulas) o bien ascender por la zona de las Cavijas de Soaso, un camino mucho más corto pero más inclinado por donde superaremos una agreste pared con la ayuda de clavijas y cadenas.
Nosotros optamos por la segunda opción. Ascendiendo con precaución, seguros y poco a poco, no tuvimos ninguna dificultad para superar las Clavijas de Soaso. Es un camino apto para todo el mundo que no tenga vértigo, pero hay que hacerlo con cuidado.
Una vez arriba, nos quedaban unos treinta minutos hasta el refugio. Pero antes de seguir caminando, necesitábamos detenernos. No para descansar. Sino para inmortalizar la inmensidad del Circo de Soaso. Los caminos por donde habíamos estado caminando hacía unas horas, se nos presentaban minúsculos. Y ya no diferenciábamos los saltos de agua ni las flores que habíamos dejado kilómetros atrás. Desde arriba, todo quedaba reducido a paredes verticales, los contrastes de las piedras y la vegetación y al dramatismo del cielo. Sencillo pero brillante.
El último tramo de camino hasta el Refugio de Góriz fue sencillo. Un ascenso poco pronunciada hasta el Circo de Góriz, donde sobresalía el refugio. Tocaba descansar, reponer fuerzas con la cena delicioso que nos servirían y preparar la ascensión del día siguiente.
Aún quedaban unas horas de claridad. Los gritos cercanos de las marmotas rompían el silencio de la montaña. Así que decidimos ir a buscar esos preciosas mamíferos tan característicos de los Pirineos. Sin tener que caminar demasiado ya vimos las primeras marmotas, siempre atentas a nosotros, preparadas para esconderse entre las rocas tras emitir algún grito. Y entre marmota y marmota, un pequeño mamífero apareció cerca de mí. Se movía rápido, muy rápido. Tan rápido que me costó unos segundos poder verle la cara y descubrir sorprendido que se trataba de un precioso armiño. ¡Increíble! No es nada fácil encontrarse con armiños en la montaña …
Las últimos luces del día tiñeron de tonos cálidos las nubes y los picos de las montañas que circundaban el Circo de Góriz. Poco a poco los paisajes se fueron desdibujando, desde el horizonte hasta delante nuestro, dejando paso a miles de estrellas. Era el momento de ir a descansar. Con la tranquilidad de quien sabe que al día siguiente se despertará en la montaña.
Ascensión al Monte Perdido desde la Pradera de Ordesa: Segundo día (I). Del refugio de Góriz a la cima de Monte Perdido
Després d’un gran sopar la nit passada i un esmorzar senzill però abundant, vam començar a caminar poc abans de les vuit del matí. Començant a pujar a poc a poc, mentre resseguíem la llum del sol, que quan es deixava veure entre els núvols que intentaven conquerir el cel pintava de colors màgics les muntanyes del Parc Nacional d’Ordesa i el Mont Perdut.
Sin perder el camino de vista, bien marcado con hitos de piedras, íbamos ganando altura. Todavía no veíamos el Monte Perdido, pero las vistas eran cada vez más impresionantes. Aunque no teníamos panorámicas perfectas, ya que las nubes y la niebla se estaban aproximando a nosotros cada vez más.
El viento también soplaba con fuerza y nos recordaba que en la montaña siempre puede hacer frío. Dejamos atrás algún arroyo y pequeño salto de agua, fruto del deshielo de la nieve que aún sobrevivía a las temperaturas del verano. El camino seguía subiendo, sin pausa, y en algunos tramos había que trepar entre rocas. El camino nos ponía a prueba, y el tiempo iba empeorando cada vez más…
La niebla nos inundó cuando ya nos faltaba poco para llegar a la Escupidera y afrontar la ascensión final. Por suerte, el camino era claro, y aunque veíamos a pocos metros de nosotros, los hitos de piedras y la gente marcaban claramente por donde teníamos que continuar. Y seguimos caminando tranquilos, esperando que la niebla se fuera, esperando que el pico del Monte Perdido apareciera por fin ante nosotros.
Llegamos frente al Lago Helado, casi a 3.000 metros de altura, inmersos en la densa niebla. No veíamos el lago ni el Monte Perdido. Pero necesitábamos seguir caminando para evitar que el viento nos dejara petrificados. Sabíamos que el viento también mueve la niebla. Y deseábamos que lo hiciera en la dirección correcta, que nos abriera las vistas.
Trepando de nuevo entre rocas, avanzando como podíamos, seguimos acercándonos a la famosa (y en algunos casos letal) Escupidera. El camino era lento, pero no subía demasiado. La fuerte subida quedaba reservada por el tramo final. Cuando levantamos la cabeza de nuevo, la niebla había desaparecido un poco. Ya podíamos ver el Lago Helado y la Escupidera. Y al cabo de nada el Monte Perdido emergió de la niebla. Todavía nos faltaba una buena subida …
Alzamos la vista ante la Escupidera, analizando su fuerte pendiente. Era el tramo más duro de la ascensión al Monte Perdido, pero durante el verano no tenía la peligrosidad del invierno, cuando debido a la nieve y el hielo un resbalón puede ser letal, ya que se convierte en un tobogán que acaba en un precipicio. En verano, cuando ha desaparecido la nieve y no son necesarios los crampones, la escupidera se convierte en una tartera.
El viento soplaba cada vez más fuerte, haciéndonos perder la sensibilidad en las manos y la cara. La gran cantidad de rocas dificultaba la subida, haciéndonos retroceder cada pocos pasos. Teníamos que superar unos 200 metros de altura por unos 400 metros de longitud. La inclinación era importante. Pero era mayor la recompensa.
Desde el final de la escupidera sólo nos faltaba completar el sencillo camino hasta la cima de Monte Perdido. Habíamos superado la peor parte. Llegar arriba era cuestión de minutos…
El frío, la niebla y el viento no nos dejaron ni un momento de descanso. Unas dos horas y tres cuartos después de haber salido del refugio de Góriz, finalmente estábamos en la cima, a 3.355 metros sobre el nivel del mar. Teniendo bajo nuestros pies la montaña caliza más alta de Europa. Pero la densidad de la niebla no nos dejaba ver nada. Poco más que la señal que indicaba el punto más alto de la montaña.
Nos deberíamos imaginar la majestuosidad de los Pirineos que, cuando hace buen día, se puede saborear desde arriba de Monte Perdido. No veríamos el Aneto. Ni el Valle de Aran. Pero no nos podíamos quejar. El camino hasta la cima había sido espectacular. Lo habíamos conseguido.
Ahora tocaba bajar. Y seguir saboreando los paisajes del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Mientras bajábamos por la tartera de la Escupidera, la niebla se abrió de nuevo, sorprendiéndonos con la majestuosidad y perfección geométrica del Cilindro de Marbore, que sobresalía detrás del Lago Helado. Sabíamos que el camino todavía nos continuaría sorprendente. Sabíamos que la montaña tiene mucha más vida que sus plantas y animales…
Por eso la bajada, a pesar de ser por el mismo recorrido que la subida también nos pareció preciosa. Seguimos deteniéndonos para fotografiar los paisajes, sus colores cambiantes cuando prácticamente no había nubes. Todo era muy bonito. Y queríamos retenerlo.
Sobre la una llegamos de nuevo al Refugio de Góriz. El momento ideal para hacer una parada, almorzar y recoger las cosas que habíamos dejado en las taquillas. El calor del sol era reconfortante. Y nos habríamos puesto a hacer la siesta si no hubiéramos tenido que continuar hasta la Pradera de Ordesa.
Después de una hora de descanso, tocaba seguir descendiendo. Pero antes de empezar a caminar de nuevo, una nueva sorpresa nos esperaba… ¡De nuevo vimos un armiño en las proximidades del refugio! ¡Y también un ratón de campo!
Ascensión al Monte Perdido desde la Pradera de Ordesa: Segundo día (II). Del refugio de Góriz a la Pradera de Ordesa por la Faja Pelay y la Senda de los Cazadores
El descenso desde el Refugio de Góriz hasta el aparcamiento de la Pradera de Ordesa todavía nos llevaría unas cuatro horas de caminata. Y aunque no nos habría importado volver a pasar por el mismo camino que habíamos seguido durante la subida hasta el refugio, contemplando de nuevo los preciosos saltos de agua y hayedos que tanto nos habían impresionado, optamos por bajar por un camino diferente. Un camino panorámico, que nos permitiría contemplar a vista de pájaro los terrenos por donde habíamos estado caminando. Bajaríamos por la Faja Pelay y la Senda de los Cazadores.
La primera parte de trayecto hasta las Clavijas de Soaso fue la misma. Una vez allí, ya no descendimos por las clavijas, sino que optamos por el Camino de las Mulas, que descendía más lentamente. Poco a poco nos íbamos acercando al Circo de Soaso y a la Cascada de la Cola de Caballo. No nos cansábamos de estos paisajes.
Al final del Camino de las Mulas podíamos seguir bajando hasta el Circo de Soaso, o bien tomar el camino que subía de nuevo hacia la izquierdo. Trepando hacia la Faja Pelay. Llevándonos de nuevo cerca de las nubes, que se iban oscureciendo cada vez más.
Giramos a la izquierda, alejándonos del Circo de Soaso, que nuevamente se extendía bajo nuestros pies. Pero si girábamos la cabeza todavía podíamos ver los saltos de agua y en el horizonte aparecían los tres picos más míticos de la zona: el Pico de Añisclo, el Cilindro de Marbore y Monte Perdido.
El camino que atraviesa la Faja Pelay es llano, y avanza a unos 2000 metros de altura sobre el nivel del mar, dejando toda la bajada concentrada al final. Toda nuestra atención, nuestras miradas, iban dirigidas a la inmensidad de los paisajes que se abrían bajo nuestros pies. Tras dejar atrás el Circo de Soaso, el Valle de Ordesa apareció ante nuestra. Las vistas eran alucinantes!
Las paredes verticales de la Faja de Tobacor y la Faja Canarellos nos recordaban desde el otro lado del valle que seguíamos caminando a una altura considerable. Una altura que se hizo aún más evidente cuando llegamos al Mirador de Calcilarruego. A 2000 metros de altura, Ordesa se nos mostraba majestuosa. Las vistas eran impresionantes. Y nos costó dejarlas atrás.
Al abandonar el mirador, venía la parte más dura del camino: la Senda de los Cazadores, que nos llevaría hasta el aparcamiento de la Pradera de Ordesa. Nos esperaba una bajada considerable: 650 metros de desnivel en 2 kilómetros de longitud, que sería la última prueba de fuego para nuestras rodillas. Fue una bajada dura, sobre todo después de todo lo que llevábamos caminado durante el día, pero las vistas panorámicas y la magia del bosque nos anesteciaban el cansancio. La energía de la montaña es interminable, y llevábamos horas nutriéndose de él.
Ya no quedaba nada. El camino fue perdiendo inclinación, el bosque se fue abriendo y la Pradera de Ordesa apareció ante nosotros. Se acababa la ruta. Rodeados de montañas nos despedimos del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Habiendo ascendido a la cima más mítica de este territorio. Habiendo caminado entre paisajes espectaculares.
Material básico para completar la ascensión al Monte Perdido durante el verano
- Unas buenas botas de montaña.
- Una mochila de al menos 45 litros (contando que se hace la ascensión con dos días).
- Si no se ha reservado cama en el refugio, una tienda de campaña.
- Si aún hay nieve en la Escupidera, crampones y piolet. Son imprescindibles para caminar con seguridad por la Escupidera. (Llamando al refugio de Góriz os dirán si son necesarios).
- Ropa de abrigo, lo más ligera posible, ya que a medida que se gana altura las temperaturas baja….
- Comida y agua suficientes. Son muchas horas caminando, así que las barritas energéticas y los frutos secos son perfectos para calmar el hambre.
- Protección solar: crema, gafas y gorra.
- Botiquín de primeros auxilios.
- Mapa, descripción de la ruta y una brújula. No es una ruta complicada, pero en la montaña siempre hay que llevar el material para poderse orientar en todo momento.
- Track GPS. Se puede descargar siguiendo los siguientes enlaces:
- Track GPS desde la Pradera de Ordesa hasta el Refugio de Góriz por el Circo de Soaso: https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9931523
- Track GPS des del Refugio de Góriz hasta el Monte Perdido: https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9968379
- Track GPS des del Refugio de Góriz hasta la Pradera de Ordesa por la Faja Pelay y la Senda de los Cazadores: https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1766918
Enlaces útiles para preparar la ascensión:
- http://www.montanasegura.com/guias/monte_perdido/ (Ideal para planificar una ascensión al Monte Perdido segura.)
- http://www.goriz.es/ (Web del Refugio de Góriz. Durante los meses de verano, el refugio de Góriz suele estar muy concurrido. Por lo tanto, si se quiere hacer noche en el refugio, cenar, desayunar y pedir picnic, hay que hacer la reserva con bastante antelación. Para asegurarse la plaza, lo mejor es hacer la reserva unos seis o cinco meses antes. En caso de estar lleno, se puede comer en el refugio (es preferible reservarlo antes) y hacer noche en tienda de campaña en el prado al lado del refugio.)