Muntanyes de llibertat. Primera etapa: Del camping Bordes de Graus al refugio de Certascan

Nuestra experiencia haciendo la Carros de Foc, nuestro primer trekking de varios días por los Pirineos, fue tan enriquecedora, fascinante y mágica, que al volver ya estábamos investigando cuál sería nuestra próxima ruta. Las expectativas eran altas. Queríamos seguir sorprendiéndonos. Recorrer los tesoros de la montaña. Así que no fue fácil decidirnos. Mientras peleábamos varias posibilidades, descubrimos una nueva ruta que nos atrapó desde el primer momento…

Muntanyes de llibertat. Montañas. Libertad. El nombre no podía llamarnos más la atención. Y después de investigar un poco, este trekking nos sedució completamente. Por lo que significaba, veríamos y sentiríamos, Muntanyes de llibertat fue la ruta elegida. Sabíamos que no nos decepcionaría…

Había llegado el momento de colgarnos las mochilas. Muntanyes de Llibertat es una ruta circular, así que se puede comenzar desde cualquier de los pueblos por donde pasa: Tavascan, Aulus-les-Bains o Bidou. Para nosotros, viniendo de Catalunya, la mejor opción era ir a Tavascan. Concretamente en el Camping Bordes de Graus, el punto de partida de la travesía.

Después de hacernos con el forfait y el mapa, ya lo teníamos todo listo. Nos moríamos de ganas de empezar a recorrer los 63,3 kilómetros que conforman esta ruta. Qué ganas teníamos de conocer los inhóspitos rincones del Parque Natural del Alt Pirineu, en el Pallars Sobirà, y del Parque Naturel Régional des Pyrénées Ariégeoises, en Francia. Nos esperaban paisajes de contrastes, una fauna sorprendente y historias sobrecogedoras. Para empezar, sólo teníamos que seguir las indicaciones hacia el Refugio de Certascan, donde dormiríamos después de la primera etapa.

Primera etapa de Muntanyes de Llibertat: Del camping Bordes de Graus al refugio de Certascan

Paso a paso, nos adentrarnos en las montañas, alejándonos de las carreteras y las civilizaciones. Refugiados por la sombra de la vegetación, seguimos el río de Noarre, que nos llevó hasta las Bordes de Noarre. En medio de un precioso prado, y rodeadas de montañas, estas casas de piedra aún se conservan perfectamente. Años atrás, los vecinos de Tavascan subían a vivir el verano mientras cuidaban los rebaños. Actualmente, ya no hay mucha actividad, pero algunas familias suben a pasar unos días rodeados de naturaleza.

La ruta seguía por el interior de un pinar, donde la subida ya se empezó a notar. Tocaría subir y subir hasta que llegáramos al pico de Certascan (2.853 metros), el techo de Muntanyes de Llibertat. Pero para llegar allí todavía nos quedaban unos cuantos kilómetros

Era el primer día. Estábamos pletóricos. Expectantes por lo que nos esperaba. Por ello, aunque la pronunciada pendiente que tuvimos que superar para llegar hasta el Forat de Guerossos nos hizo sudar, no paramos demasiado rato. La vegetación comenzaba a abrirse, ya sentíamos algunos arroyos y intuíamos los lagos que nos esperaban.

Una nueva subida nos llevó hasta la Pleta de Guerossos. Un majestuoso prado alpino, engalanado por innumerables flores y arroyos. Desde allí, podíamos contemplar la majestuosidad de los parajes del Alt Pirineu, deslumbrados por el radiante sol que nos acompañaba

El entorno enamoraba, pero el camino nos seguía poniendo a prueba. Una nueva subida, esta vez entre rocas que nos obligaban a trepar un poco, fue el preludio de la Pleta Vella. Allí, elegante y solitario, el primer lago de la ruta nos daba la bienvenida. Y nos invitaba a refrescarnos.

Con la melodía de fondo de las corrientes de agua, seguimos ganando altura. A medida que ascendíamos, íbamos descubriendo los sucesivos Estanys Blaus, con unas preciosos aguas que hacían honor a su nombre. Desde allí, ya podíamos contemplar el Pic de Certascan. Superior a otras cimas de la periférica, las vistas que ofrece son espectaculares.

Dejando los Estanys Blaus a nuestras espaldas, tras un ascenso constante pero no demasiado pronunciado, llegamos al Coll de Certascan. Allí el viento soplaba con fuerza. Mostrándonos el espíritu salvaje de la montaña. Y nos invitaba a buscar resguardo.

Nos faltaban doscientos cincuenta metros de desnivel para coronar el pico. Y el camino ya no era tan agradable como hasta el momento. La inclinación era mayor y, además, era bastante resbaladizo. Nada que no se pudiera solucionar avanzando poco a poco. Arriba nos esperaba una enorme recompensa. Unas vistas que nos devolverían toda la energía. No quedaba nada. Cuatro pasos (o más bien, trepadas entre rocas). ¡Ya estábamos en la cima! La panorámica era fascinante. Montañas y más montañas se alzaban elegantemente delante de nuestros ojos, pero todas las miradas se dirigían hacia las azules aguas del Estany de Certascan, el lago natural más grande de los Pirineos.

Mentiríamos si dijéramos que no estaban cansados. El peso de la mochila comenzaba a pasarnos factura. Ya no avanzábamos con el brillo de la mañana. Pero seguíamos apreciando y disfrutando de la belleza del paisaje. Que seguía siendo maravilloso. A lo lejos divisamos un animal y, tras acercarnos a ellos lentamente, descubrimos que se trataba de una cabra montés (Capra pirenaica). ¡Una cabra salvaje en el Pirineo! Esta especie, extinguida hace más de una década en los Pirineos, fue reintroducida en los últimos años. Así que poder ver algunos ejemplares en libertad por nuestras montañas supuso una gran alegría.

Pasamos un rato fotografiando las cabras, antes de iniciar los últimos kilómetros hasta el refugio. Poco después de las cinco llegamos allí. Dormir en la montaña, respirando naturaleza y libertad, nos encanta. Y más, en rincones tan bonitos como el del Estany de Certascan. Ya habíamos contemplado la primera etapa de Muntanyes de Llibertat y fuimos a dormir conscientes de que al día siguiente nos esperaba la etapa reina. Una etapa que, como mínimo, sería cansada. Por suerte, también estábamos convencidos de que sería preciosa.