La etapa más larga. La más dura. La más impresionante. La segunda etapa del trekking Muntanyes de Llibertat era la etapa reina. Unos diecisiete kilómetros de contrastes que nos llevarían de Catalunya en Francia, de paisajes pedregosos a bosques atlánticos. Nos esperaba una inacabable bajada (¡2.000 metros de desnivel negativo!), que nos conduciría por senderos cargados de historia. Los caminos de la libertad.
Segunda etapa de Muntanyes de Llibertat: Del refugio de Certascan a la Gîte d’Êtape Le Presbytère (Aulus-les-Bains)
Desnivel: +550 m, -2000 m ; Distancia: 16,9 km. ; Duración: 10 horas
Sabiendo que, en el mejor de los casos, tardaríamos diez horas en completar la segunda etapa del trekking, empezamos a andar en temprano. No eran ni las siete cuando ya teníamos las mochilas cargadas. Preparados para la aventura. El sol comenzaba a iluminar los picos más elevados, creando una mágica atmósfera. Y recordándonos que los amaneceres en la montaña son incomparables.
Avanzábamos en silencio. Sorprendidos por el frío que inundaba el ambiente. Y repasábamos mentalmente la ruta que teníamos que completar. Una sucesión interminable de lagos nos conduciría hasta el Port de Guiló (2.371 metros), la puerta de entrada a Francia. Desde allí iniciaríamos una infinita bajada hasta el pueblo de Aulus-les-Bains, pasando por numerosos lagos y por la famosa cascada de Ars. La teoría la teníamos clara. Pero sabíamos que, sobre todo la primera parte del camino, no estaba demasiado bien señalizada. Y la orientación no es nuestro fuerte…
Mientras se alternaban suaves subidas y bajadas, íbamos entrando en calor. No tardamos demasiado en llegar al Estany Xic de Certascan, que aún permanecía sombrío. Desde allí, una nueva subida nos condujo hasta un precioso mirador. Las vistas del Estany de Romedo de Dalt, con sus inspiradoras islas, eran magníficas. Una vez llegamos al lago, seguimos distraídos las marcas. Sin fijarnos en que eran las señalizaciones del trekking de la Porta del Cel. Caminamos unos veinte minutos hasta el Estany de Romedo de Baix, donde nos dimos cuenta de que estábamos siguiendo la ruta equivocada. Tocaba hacer marcha atrás. Y no pensar demasiado en todo lo que todavía teníamos que recorrer.
De nuevo en el Estany de Romedo de Dalt, localizamos las marcas correctas, de color verde y rojo. Cuando terminamos de bordear el lago, nuevos lagos aparecieron ante nosotros. Primero el Estany de Senó y después el Estany de Colatx. Pequeños rincones llenos de vida. Rodeados de hierba, flores espléndidas y alguna rana.
Desde el Estany de Colatx, ya nos dirigimos claramente hacia el Port de Guiló. La subida fue constante pero suave. Lo más complicado fue seguir el camino. A menudo perdíamos las marcas y teníamos que poner mucha imaginación. Por suerte, el destino estaba claro. Así que, cuando las marcas desaparecían de nuestro campo visual, simplemente seguíamos subiendo. Teníamos la frontera a tocar, prácticamente estábamos, pero igualmente parábamos a menudo a mirar atrás. La panorámica de los prados que acabábamos de atravesar mejoraba paso tras paso. Y no teníamos suficiente con un simple vistazo. La vista se merecía un buen descanso. Para saborear los colores. Y para prepararnos para la inacabable bajada que nos esperaba.
Al llegar arriba del Port de Guiló, vimos que la otra vertiente del puerto, la vertiente francesa, era totalmente diferente. Mucho más inclinada y pedregosa. Mucho más dura. Por suerte, la haríamos de bajada, pero igualmente nos haría sudar…
Los problemas de orientación desaparecieron rápidamente cuando iniciamos la bajada. Había marcas rojas con frecuencia, que nos ayudaban a escoger el trazado más rápido, y evitaban que acabáramos rodeados de un mar de piedras. Avanzamos lentos. Perdiendo el equilibrio a menudo. Haciendo malabarismos con la mochila a la espalda. Sabiendo que, tarde o temprano, llegaríamos al reconfortante valle que brillaba en el horizonte. Donde el agua y el verde volvían a ser protagonistas.
Superada la primera gran bajada, la más dura del día, nos merecíamos un descanso. Recuperamos energías junto al río. Rodeados de nuevo de una exuberante vegetación. Y con la imponente vista del Port de Guiló, de donde acabábamos de bajar. Una vista sobrecogedora. Llena de historia. La panorámica que contemplábamos fue la que vieron muchas familias judías durante la Segunda Guerra Mundial. Familias enteras cruzaron de Francia a Catalunya siguiendo el camino inverso que nosotros estábamos recorriendo. Superando este desnivel en condiciones extremas, durante el invierno y sin material, con el único anhelo de la libertad. Heroínas anónimas, como la Sra. Rogalle, del pueblo de Aulus-les-Bains, expusieron su vida para ayudar a atravesar estos caminos a muchas familias, que se encontraban en situaciones desesperantes.
Por ello, Muntanyes de Llibertat no es sólo una ruta de impresionantes paisajes. Son caminos llenos de historia. De emoción. Un homenaje a todas las personas que, por sus creencias o procedencia, fueron perseguidas y que se vieron obligadas a adentrarse en estas montañas en busca de la libertad.
Con energías recuperadas, continuamos la bajada. Ya no nos esperaban tramos tan duros, pero aún nos quedaban unas cinca horas largas de caminata y algunas inclinaciones bastante prominentes. Siguiendo el curso del río, pasamos por el Étang de la Hille de la Lauze, la Hille del Étang y el Étang de las Touetos. Unos resplandecientes rincones del Pirineo.
Desde el último lago, seguimos descendiendo por el lado del Río de Ars. Desde que habíamos abandonado el Estany de Romedo de Baix, hacía más de cuatro horas, todavía no nos habíamos encontrado con nadie. Así que, cuando empezamos a oír voces, fuimos conscientes de que ya habíamos superado la parte más complicada del camino. Los caminos tortuosos rodeados de piedras quedaron sustituidos por un sendero mucho más cómodo que avanzaba por el interior de un bosque atlántico.
No tuvimos que avanzar demasiado hasta que llegamos a la impresionante Cascada de Ars. Tres saltos de agua consecutivos de 246 metros de altura. Un regalo para los sentidos, y la mejor recompensa al esfuerza del día.
Después de todo lo que la etapa nos había deparado. De la diversidad de paisajes que habíamos visto. La simplicidad del bosque atlántico, fue ideal para recorrer las últimas dos horas de la etapa. Ya sólo estábamos concentrados en caminar. Cansados del peso de la mochila. Y deseábamos enormemente llegar al pequeño pueblo de Aulus-les-Bains. Allí, en la Gîte de étape Le Presbytère nos esperaba una cena de escándalo. Comida casera, abundante y buenísimo. Ideal para recuperar toda la energía necesaria para el día siguiente. La tercera etapa de Muntanyes de Llibertat era nuestro próximo objetivo …
Información práctica sobre Muntanyes de Llibertat
Página web oficial: http://www.muntanyesdellibertat.com/index.htm
GPS de la ruta: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4971226
Crónica de la primera etapa: https://viajaresdescubrir.com/muntanyes-llibertat-camping-graus-refugi-certascan/
Crónica de la tercera etapa: https://viajaresdescubrir.com/muntanyes-llibertat-aulus-bains-bidous/
Crónica de la cuarta etapa: https://viajaresdescubrir.com/muntanyes-llibertat-bidous-camping-bordes-graus/