La quinta etapa de Carros de Foc no era la más dura (esto tocaba al día siguiente, para terminar la ruta como es debido…), pero tenía un punto de cínica. El objetivo del día era caminar desde el refugio de Colomers hasta el de Ventosa i Clavel, donde pasaríamos la última noche. Pero si queríamos completar la ruta completamente y tener, por tanto, el sello de los nueve refugios que la conformaban, a medio camino deberíamos tomar el desvío hasta el refugio de Restanca. Esto suponía hacer un descenso de más de 400 metros de desnivel por un camino bastante tortuoso, que después deberíamos recorrer en sentido contrario, para volver de nuevo al punto desde donde habíamos tomado el desvío. Pero no nos importaba. Sabíamos que toda paso que hiciéramos, por muy cansado que fuera, nos conduciría hacia alguno de los parajes mágicos y singulares de la zona. ¡Qué ganas teníamos de que comenzara el espectáculo!
Iniciamos la marcha poco antes de las ocho, en dirección al Port de Caldes. Nos esperaba una buena subida, perfecta para hacer bajar las tostadas y las galletas de desayuno. La subida, que durante la primera parte seguía el transcurso de un arroyo de origen glaciar, no era excesivamente difícil. Se alternaban tramos sencillos con los famosos tramos de piedras de Carros de Foc. Así nos plantarnos en el Port de Ribereta. La multitud de lagos y picos que veíamos desde allí, iluminados con la cálida luz de la mañana, nos ofrecían una panorámica difícil de olvidar.
Después de un pequeño descanso, iniciamos el último ascenso hasta el Port de Caldes, a 2.568 metros. Esta era la cota más alta que lograríamos durante el día. Y aprovechando que no hacía nada de viento, nos relajamos un rato disfrutando de la majestuosidad del entorno que nos rodeaba.
Desde el Port de Caldes hicimos un descendimos suavemente hasta el Coll de Crestada. Allí estaba la bifurcación entre el camino que se dirigía al refugio de Ventosa i Clavell y el que bajaba hacia el refugio de Restanca. Nosotros tomamos el segundo: tres kilómetros de descenso continuado que nos llevarían hasta el refugio de Restanca después de 400 metros de desnivel. ¡Y qué desnivel! La primera parte del camino era muy pedregosa. De aquellas perfectos para dejarse el tobillo o los dientes. Por suerte, lo superamos con éxito, y las vistas del Estany Cap deth Port nos recompensaron el esfuerzo. La parte final de la bajada, desde el Estany de Cap deth Port hasta el lago de la Restanca, también era bastante dificultosa. Es la parte con más pendiente del camino y, además, en muchos tramos coincidía con la senda del arroyo.
Después de unas dos horas de descenso, llegamos refugio de la Restanca. Allí, impresionados por el precioso entorno que rodea el refugio, disfrutamos el picnic. Perfecto para coger fuerzas de nuevo. Nos esperaba una buena subida.
Retomamos la marcha a sobre la una, deshaciendo el camino que anteriormente habíamos bajado. De nuevo superamos el fuerte desnivel, combinado con los tramos resbaladizos y pedregosos, hasta que llegamos de nuevo al Coll de Crestada, donde tomamos el desvío hacia el Refugio de Ventosa y Clavell.
Desde el Coll de Crestada llegamos al refugio de Ventosa i Clavell en poco más de una hora y media, después de atravesar un valle precioso. Dejamos atrás los lagos Monges, Mangades y Travessani. Y muchos otros lagos y arroyos, que nos acompañaron hasta el refugio.
Sin duda, el refugio de Ventosa i Clavell, con el Estany Negrw a sus pies, se encuentra en uno de los rincones más fascinantes de Carros de Foc. Terminar de cena y sentarnos a disfrutar de las últimas luces del día en aquel paraje fue uno de los momentos mágicos del día. Nos quedamos embobados ante aquel espectáculo. Naturaleza en estado puro.