Después de iniciar el viaje a Sri Lanka con dos emocionantes safaris en el Parque Nacional Wilpattu, llegaba el momento de adentrarnos en su cultura y tradición. El viaje a Sri Lanka era el primer viaje a Asia que hacíamos, así que todo era nuevo para nosotros. Nos hacía especial ilusión la visita de los puntos más importantes para la tradición budista del país. Y decidimos empezar por el punto donde el budismo nació en Sri Lanka: la colina de Mihintale.
Cómo ir del Parque Nacional Wilpattu hasta Mihintale
El Parque Nacional Wilpattu está bastante alejado de cualquier pueblo más o menos grande, por eso es complicado abandonar el parque utilizando transporte público. Así pues, la mejor opción es reservar algún taxi o tuk-tuk para movernos hasta el siguiente punto del viaje.
En nuestro caso, contratamos el trayecto des del Parque Nacional Wilpattu hasta el hotel de Anuradhapura con la misma persona que nor organizó el safari. El trayecto nos costó 4.000 LKR, es decir, unos 20 €.
Una vez instalados en el Hotel White House, después de un baño en la piscina y de comer, nos preparamos para ir a Mihintale. Mihintale está a sólo trece kilómetros de Anuradhapura, así que la mejor opción para llegar es ir en un tuk-tuk. En general el tuk-tuk nos llevará hasta Mihintale, se esperará a que hagamos la visita y nos devolverá a Anuradhapura. El precio dependerá de nuestra capacidad de regatear, a nosotros nos costó 2000 LKR (unos 10 euros) por tuk-tuk.
Desde Anuradhapura, también se puede llegar a Mihintale en bus.
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Qué ver en Mihintale
Cuando el emperador de la India, Ashok, se convirtió al budismo, se propuso construir 84.000 stupas budistas por su imperio y extender las enseñanzas del budismo tanto como le fuera posible. Por ello, en el año 242 a.C envió a su hijo Mahinda a Sri Lanka, con el objetivo de reunirse con el rey Devanamapiya Tissa. El encuentro entre Mahinda y el rey tuvo lugar en la colina de Mihintale, y después de esta conversación tanto el rey como 40.000 habitantes de Anuradhapura (entonces la capital del país) se convirtieron al budismo. Por este motivo, actualmente Mihintale es un lugar sagrado de peregrinación para los budistas de Sri Lanka.
Cuando llegamos a la parte inferior del templo de Mihintale sólo vemos escaleras. En concreto los 1.840 escalones que separan la parte inferior del templo de la parte más alta. Durante la subida nos cruzamos básicamente con peregrinos y también con algunos grupos de macacos, siempre atentos para intentar robar algo de comida.
Al finalizar el primer tramo de escalones, encontramos una explanada donde compramos los tickets para acceder a la zona con los templos más importantes (las entradas cuestan 500 LKR por persona, es decir, 2 euros y medio). Allí también están las ruinas de un hospital y las ruinas de un antiguo monasterio, y un poco más arriba se encuentra el Dagoba Kantaka Cetiya y el refectorio.
Antes de llegar a la cima, el punto más sagrado, nos tuvimos que descalzar y tapar los hombros y las piernas, como símbolo de respeto. Entonces llegamos al punto más mágico de Mihintale. Ante nosotros teníamos la Dagoba Ambasthale, situada en el punto donde se encontraron Mahinda y el rey. Contemplamos con silencio las peregrinaciones de los budistas mientras rodeábamos la construcción, siempre con sentido horario.
Desde este punto, podíamos ver los otros tres puntos de interés: la Dagoba Maha Seya, la roca Aradhana Gala y la Estatua de Buda. Cada uno de estos puntos se encuentra sobre una roca, por lo que tuvimos que seguir subiendo escaleras para acceder.
Decidimos comenzar subiendo hasta la roca coronada por la estatua de Buda.
Continuamos subiendo hasta la roca Aradhana Gala o roca de las invocaciones. Los peregrinos visitan esta roca, incluso durante los días más ventosos, porque es donde meditó por primera vez Mahinda. Seguramente es el punto donde cuesta más llegar, las escaleras son bastante irregulares y estrechas, por lo que se pueden formar algunas colas cuando llega mucha gente de golpe. Pero con paciencia seguro que podremos llegar arriba, disfrutar de unas vistas espectaculares y captar la energía tan especial de este lugar.
Terminamos la visita subiendo hasta los pies de la dagoba Maha Seya. Esta enorme dagoba, mide 107 metros de altura y 92 de diámetro, fue restaurada en los años setenta. En su interior atesora un cabello de Buda.
Mientras finalizábamos la visita a la dagoba, comenzaron a caer las primeras gotas. El cielo se había ido oscureciendo, algo bien habitual en Sri Lanka en algún momento del día, y faltaba poco para que llegara una fuerte tormenta. Por eso, empezamos a bajar las escaleras con más prisas de las que nos hubiera gustado. Y cuando llegaron a las tuk-tuk, ya llovía con muchas ganas.
Volvimos al hotel acompañados de una fuerte tormenta, y deseando que el tiempo mejorara para el día siguiente. Durante el tercer día en Sri Lanka, teníamos previsto visitar Anuradhapura. Mihintale había sido sólo el aperitivo ideal para empezar a conocer la cultura cingalesa.
(Este post corresponde a la tarde del día 2 de nuestro viaje a Sri Lanka)
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