La Roca de Sigiriya o Roca del León, un enorme bloque de piedra de más de 200 metros de altura, es uno de los símbolos de la historia de Sri Lanka. Contemplar la panorámica de la enorme Roca de Sigirya, rodeada de las planicies verdes del centro de Sri Lanka, es una experiencia memorable. Pero para conocer la historia y cultura de esta antigua fortaleza real, lo mejor es ascenderla. Después de muchas escaleras, y de un recorrido que pasa por rincones milenarios, pasear entre los restos del Palacio Superior es la gran recompensa.
Esta roca de origen volcánico esconde una historia apasionante.
Historia de la Roca de Sigiriya: la Roca del León
Según las crónicas de Sri Lanka, cuando el Rey Kashyapa reinó la antigua isla de Ceilán (entre el año 473 y el 495), escogió la Roca de Sigiriya para construir su Palacio Real. La elevación que le proporcionaba la roca, más de 200 metros, era ideal para poder controlar la zona y defenderse de los enemigos desde una posición de ventaja.
De esta manera alrededor de la Roca de Sigiriya se construyó una enorme fortaleza de unos 3 kilómetros de ancho y 1 kilómetro de longitud. En el interior de la fortificación, edificaron los jardines reales, varios palacios secundarios y el enorme Palacio Real, situado en la parte más alta de la roca. Antes de llegar al Palacio Real, justo al inicio de las últimas escalas, el Rey hizo construir un enorme esfinge de un león (del que actualmente sólo quedan las garras). Por eso la Roca de Sigiriya pasó a ser conocida como la Roca del León.
Los enormes jardines construidos alrededor de la roca actualmente son los más antiguos de Asia y uno de los más antiguos del mundo.
Dentro de la fortificación de Sigiriya, se esconde otro tesoro histórico: unas pinturas rupestres que tienen más de 1.500 años. Estas pinturas, conocidas como las Doncellas de Sigiriya, aún son un misterio. No se sabe si representan un ritual religioso o si son representaciones de las muchas esposas que tuvo el Rey Kashyapa.
La visita a la Roca de Sigiriya
La visita a toda la Fortificación de Sigiriya, que permite descubrir los Jardines Reales y subir hasta la cima de la Roca del León o Roca de Sigiriya, es una de las más completas de Sri Lanka. El recinto sólo está abierto de las 7 de la mañana a las 17:30, y hay que pagar una entrada de 30 dólares (la zona de entrada está situada en la parte oeste del recinto, junto al Museo).
Una vez dentro, la visita comienza por los Jardines Reales. Un conjunto de jardines y estanques decoran la entrada y llenan de vegetación todo el entorno de la Roca de Sigirya. Aunque suele hacer bastante calor, es agradable caminar por esta zona. Suele haber bastantes pájaros, y también algunos monitores o lagartos por la zona.
Siguiendo el camino principal que atraviesa los jardines, se llega al Palacio Inferior. De este palacio, situado a los pies de la roca, sólo quedan los restos. La naturaleza ha ido ganando terreno a las antiguas construcciones de este pequeño palacio.
Desde allí ya empiezan las escaleras, una subida continuada hasta la cima de la Roca de Sigiriya. A medio camino se llega a la zona de los frescos de las Doncellas de Sigiriya. Muy cerca de estas pinturas históricas (está prohibido fotografiarlas), se llega al Muro Espejo, un muro de piedra con mensajes escritos hace más de 1.000 años.
Pocas escaleras después, el recorrido llega al inicio del último tramo de escaleras. Allí las enormes garras del león son el último indicio que queda del gran esfinge que se construyó en la entrada del Palacio Real.
Una vez arriba de la Roca de Sigiriya, es el momento de descubrir los restos del Palacio Real Superior. Una pequeña ciudad en miniatura construida en la parte más alta de esta famosa roca. Lo mejor es caminar tranquilamente entre los restos de los edificios del palacio, los baños o los jardines. Y sobre todo disfrutar de las vistas. Es fácil quedar hipnotizado por la verde planicie rodea la roca. Sólo algún lago artificial o alguna figura de Buda rompen la monotonía plana del paisaje, hasta que la vista alcanza los montes que se elevan en el horizonte.
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Consejos para visitar la Roca de Sigiriya
– Llegar cuanto antes para evitar el calor y las multitudes: el recinto abre a las 7:30.
– Para comprar la entrada (tienen un coste de 30 dólares) hay que ir a las taquillas de la zona del Museo. Es importante no confundirse con la cola de entrada al recinto, ya que allí no se pueden comprar.
– Llevar agua y buen calzado. Para superar los 200 metros de la Roca de Sigiriya hay que subir muchas escaleras, así que vale la pena ir bien preparado.
– A los menos amantes de la historia y que quieran ahorrarse los 30 dólares de entrada para subir a la Roca de Sigirya, una alternativa es ascender la Roca de Pidurangala.
Subiendo a la Roca de Sigiriya: Nuestra experiencia
Después de haber contemplado la panorámica de la Roca Sigirya desde la Pidurangala Rock, empezamos el quinto día del viaje a Sri Lanka con ganas de ascender la Roca del León, uno de los yacimientos históricos más importantes del país.
Desde el mismo hotel, pudimos llegar caminando a la entrada de la Fortificación de Sigiriya. Después de hacer cola para comprar las entradas, poco antes de las 9 de la mañana ya entramos al recinto. Descubrir todo el sistema de regadío y almacenamiento de agua de los Jardines Reales es lo más interesante de la primera parte de la visita a la antigua fortificación.
Pero lo mejor comenzó cuando empezamos a subir escaleras. Siguiendo el itinerario llegamos a las pinturas de las Doncellas de Sigiriya, uno de los puntos con más controles de seguridad. No pudimos pasar demasiado tiempo observando las pinturas, y tampoco pudimos hacer fotos. Está completamente prohibido.
Unas cuantas escaleras después ya estábamos arriba. Caminando entre los restos del Palacio que el Rey Kashyapa había hecho construir sobre la Roca de Sigirya. Ninguna construcción con buen estado. Sólo los escombros. Así que lo mejor de subir a la Roca del León fueron las vistas panorámicas, que nos invitaban a imaginar cómo de espectacular debía ser vivir en el Palacio Real de Sigiriya.
Al mediodía, después de unas tres horas largas de visita, ya volvíamos a estar abajo. Caminando de nuevo entre los jardines reales. Por suerte habíamos evitado las horas de más calor y gente.
De nuevo volvimos al pueblo de Sigiriya caminando, para volver a comer en el Shenadi Restaurant. Por la tarde nos esperaba una experiencia completamente diferente: un safari en el Parque Nacional Kaudulla para ver elefantes asiáticos salvajes.
(Este post corresponde a la mañana del quinto día de nuestro viaje a Sri Lanka en agosto de 2017)