El Parque Nacional Krka y las ciudades de la costa dálmata

Aunque en muchas ocasiones Croacia se asocia como un destino de sol, playa y ciudades, este país tiene un patrimonio natural muy rico. La abundancia y diversidad de paisajes naturales, con una gran importancia geológica, hace que se hayan declarado siete parques nacionales y dos parques naturales. Todos ellos dignos de una visita. Nosotros no disponemos de tantos días para visitarlos todos. Así que sólo visitamos un par. Ya visitamos el Parque Nacional de los Lagos de Plitvice. Y hoy dedicaremos la mañana a descubrir el Parque Nacional Krka, donde el agua también es el centro de atención.

Caminando por el Parque Nacional Krka

Modelado por la erosión del río Krka, el Parque Nacional Krka fue fundado en 1985 para preservar su belleza cárstica y su singularidad. El Krka presenta el mayor sistema de cascadas de travertino de Europa. Así que durante el recorrido por el parque encontraremos numerosas cascadas y lagos. Un paraje impresionante!

La entrada al parque se puede realizar desde dos entradas: la entrada de Lozovac (hay aparcamiento gratuito) y la de Skradin. Desde la primera un bus nos acercará hasta el inicio del camino, mientras que desde la segunda iremos en barco. En cualquiera de los casos, el transporte está incluido en el precio de la entrada (110 kunas, es decir, unos 15 euros). Nosotros optamos por ir a la entrada de Lozovac, ya que normalmente no está tanto concurrida. Aparcamos sin demasiadas dificultades, nos subimos al bus y nos plantamos en el inicio del camino. Por fin comienza el espectáculo…

Para conocer el parque, lo mejor es recorrer el camino circular (de unos 5 km) que pasa por su interior. Es un camino sencillo y que nos conduce por todos los puntos más destacados del parque. Siguiendo el curso del río Krka, pasamos por el interior de frondosos bosques y llegamos a miradores desde donde contemplamos las potentes cascadas. El camino es muy agradable, la única pega es la gran cantidad de gente que hay.

Es ideal parar a descansar un rato en la base de la cascada de Skradin (Skradinski buk). Esta es la más larga y visitada del parque. Contemplarla es impresionante. ¡Pero lo mejor de todo es que te puedes bañar! Este es el único punto del río donde está permitido bañarse y vale la pena aprovechar la oportunidad. Es perfecto para escapar del calor y para sentir la fuerza del agua. Podernos bañar en un entorno tan idílico es una gran experiencia. Uno de los mejores momentos de nuestro viaje a Croacia.

Bien refrescados, seguimos la ruta circular y llegamos a nuevos miradores de las cascadas. ¡Qué espectáculo! El color turquesa del agua, conjugado con el verde de la vegetación, crean una estampa fantástica. Perfecta para despedirnos del Parque Nacional Krka.

Recorriendo la costa dálmata: Primosten y Trogir

Impregnados de la bella naturaleza de Croacia, subimos de nuevo el coche y seguimos recorriendo la Carretera del Adriático en dirección Split, donde tenemos previsto dormir. Avanzamos por el lado del mar, por una tranquila carretera, sin ningún tipo de prisa. Buscando algún pueblo atractivo donde parar.

La primera parada la hacemos en Primosten. Este pueblo, que en otros tiempos fue una isla amurallada, conserva el encanto de las poblaciones pesqueras medievales. Paseamos por sus calles adoquinadas y luego vamos caminando hasta la playa Raduca, a las afueras del pueblo. Desde esta playa, considerada una de las más bonitas del país, las vistas de Primosten, donde sobresale la iglesia Sveti Juraj, son encantadoras.

Dado que no hace un día espléndido, incluso llueve en algunos momentos, no estamos demasiado rato en la playa. Volvemos al coche y avanzamos hasta Trogir, una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que no te puedes perder si visitas Croacia.

La ciudad de Trogir está situada en una pequeña isla que está conectada al continente por dos puentes. El casco antiguo es muy pequeño, así que no se necesitan mapas para explorar la ciudad. Nos dirigimos al paseo marítimo, donde están la mayoría de monumentos famosos, y empezamos a caminar. Paseando por las calles de la ciudad medieval más antigua del Adriático, nos da la sensación de estar viajando en el tiempo. Todo se conserva a la perfección. Y, cuando andamos por algún callejón secundario, alejado de los comercios y los turistas, nos inunda la calma.

Desde casi cualquier punto de la ciudad podemos ver la Catedral de San Lorenzo, una preciosa construcción de 47 metros que conjuga elementos románicos y góticos. La catedral se encuentra en la plaza más emblemática de la ciudad, la Plaza Juan Pablo II (Ivana Pavla II). En la misma plaza encontramos la Iglesia de San Salvador, el Palacio Ducal (una construcción del siglo XII que actualmente es la sede del ayuntamiento) y el Palacio Cipico.

Terminamos la visita a la ciudad contemplando el otro gran edifico de Trogir: el Castillo del Kamerlengo. Esta fortaleza fue construida por los venecianos el año 1.430 como punto de vigilancia y residencia del gobernadora. Caminamos por su alrededor, observando el radiante Mar Mediterráneo, y sentimos la fuerza del paso del tiempo. No entramos en el castillo, pero se puede hacer por un precio de 10 kunas.

Se nos empieza a hacer tarde, así que seguimos la ruta hasta Split. Llegamos a la ciudad con el tiempo justo de buscar alguna Sobe donde todavía tengan camas libres (la mejor opción es ir a la zona del puerto, ya que hay mucha gente buscando clientes). Mañana queremos coger uno de los primeros ferrys para ir a la Isla de Brac, así que decidimos aplazar la visita de Split para el día siguiente por la noche. Ya lo dicen: lo bueno se hace esperar …

(Este post corresponde al quinto día de nuestro viaje a Croacia durante julio de 2014)