El viaje a Francia en bicicleta comienza a llegar a su fin. Llevo más de veinte días pedaleando, y he recorrido más de 2.000 kilómetros. Estoy totalmente acostumbrado a la rutina que he ido asimilando en los días previos. Ya no me cuesta nada levantarme e madrugada -alrededor de las seis de la mañana- para desayunar, recoger la tienda y cargarlo todo en la bici. Los primeros metros siempre son los más duros, necesito un rato para que el cuerpo se active.
Recuerdo todas las jornadas previas con emoción. He conseguido el objetivo de llegar al Mont Saint-Michel en bicicleta, pero ahora todavía me quedan tres días de ruta. Unos kilómetros que pienso disfrutar al máximo.
La última parte del viaje me llevará desde el Mont Saint-Michel hasta la ciudad de Tours, desde donde tomaré el tren que me llevará de nuevo a casa. Para llegar a Tours seguiré diferentes rutas ciclistas. Durante los primeros 80 kilómetros circularé por la Veloscenic, la ruta ciclista que conecta el Mont Saint-Michel con la ciudad de París a lo largo de 450 kilómetros. En Domfront, enlazaré con la Vélo Francette, un recorrido de 600 kilómetros ideal para conocer todos los rincones de Normandía, Pays de Loira y Poitou-Charentes. Mi propósito es seguir esta ruta hasta Angers, desde donde haré los últimos kilómetros del viaje hasta Tours siguiendo el carril bici de Loire à Vélo. Ésta es la idea inicial. Pero los planes, no siempre se cumplen…
Normandía en Bicicleta: del Mont Saint-Michel hasta Domfront
Despertarse junto al Mont Saint-Michel es un regalo. Aún no hay prácticamente nadie por la zona cuando empiezo a pedalear después de observar por última vez la silueta icónica de la abadía.
Siguiendo las indicaciones de la Veloscenic avanzo por una zona rural, llena de campos y balas de paja. Un grupo de tres corzos corren a lo lejos, añadiendo aún más encanto al paisaje. Cada pocos minutos, tengo la suerte de seguir disfrutando del Mont Saint-Michel. Su figura se va haciendo cada vez más pequeña. Justo antes de alejarme definitivamente, llego a una zona de prados por donde pastan un grupo de ovejas. Había soñado con esta postal desde el inicio del viaje a Francia en bicicleta.
Sigo avanzando hacia Ducey. Unos 5 kilómetros antes de llegar a este pueblo, la ruta se incorpora a una vía verde. Un carril bici en perfecto estado que iré recorriendo durante el resto del día. Poder pedalear durante largos trayectos por carriles bici, sin coches y rodeado de vegetación, es lo que hace que Francia sea un destino ideal para el cicloturismo.
Cuando llego a Ducey doy un paseo por el centro del pueblo. Como buena parte de los pueblos de Normandía, la zona más céntrica de esta localidad todavía conserva un espíritu medieval. Entre los edificios históricos, el castillo de Montgommery es el más famoso.
Desde Ducey continúo por la vía verde. Todavía me quedan unos 35 kilómetros hasta el final de la etapa, en Dumfront. El bosque por el que avanzo es hipnótico. Me gusta mirar a lo lejos y ver cómo el camino se pierde entre la sombra de los árboles.
Llego a Dumfront a media tarde. El centro del pueblo, donde destaca un castillo del siglo XII, se encuentra en lo alto de una colina. Llegar en bici es lo más duro de la etapa de hoy. Una vez allí, pedaleo entre calles empedradas, que me llevan hasta la iglesia Saint Julien y el castillo de Domfront.
Por suerte, hay un camping muy cercano al pueblo. Duerme en el Camping à la Ferme sous les Poiriers, una pequeña granja donde puedo plantar la tienda por sólo 4 euros.
Normandía y Pays de Loire en Bicicleta: de Domfront a Angers
Hoy me incorporo a una nueva ruta ciclista: la Vélo Francette. Después de una larga bajada llego al carril bici que recorrí durante los últimos kilómetros de ayer. Teóricamente, desde allí sale el desvío para ir hasta Torchamp, pero el camino está en muy mal estado. Por eso prefiero seguir deshaciendo el carril bici durante unos 6 kilómetros, hasta que puedo encontrar una carretera secundaria que me lleva hasta Torchamp. Desde allí el camino avanza entre caminos y vías verdes junto al río Varenne, hasta llegar al río Mayenne.
Los últimos 20 kilómetros antes de llegar al pueblo de Mayenne son una delicia. Pedaleo por un camino rodeado de árboles, y que va siguiendo el mismo trazado que la antigua vía del tren. Llego a Mayenne al mediodía. Este pueblo histórico conserva un imponente castillo medieval y dos iglesias con mucha historia: la basílica de Notre-Dame y la iglesia de Saint-Martin. El río Mayenne, que atraviesa el pueblo, le da aún más encanto.
Una vez salgo de Mayenne me esperan unos 35 kilómetros de carril bici hasta el pueblo de Laval, uno de los pueblos más bonitos de la zona y que durante años fue el punto de enlace entre las provincias de Normandía, Bretaña, Anjou y Maine. El camino hasta ahí es muy fácil. Completamente llano y junto al río.
Sin embargo, cuando llevo unos 10 kilómetros pedaleados, la cosa se complica. Me explota la cámara de la rueda trasera, y yo sin darle más importancia la cambio para continuar hacia Laval. El problema llega cuando, después de pocos minutos, descubro que la nueva cámara también se ha pinchado. Mis conocimientos mecánicos de las bicis son prácticamente nulos. Pero no me cuesta nada ver que el origen del problema es la cubierta de la rueda: se ha agujereado, y una parte de la cámara ha quedado completamente descubierta. El camino está lleno de piedrecitas puntiagudas. La combinación perfecta.
Sólo me queda una cámara de repuesto. Así que tengo que pensar bien lo que hago. Necesito llegar a Laval, que todavía está a 25 kilómetros. Justo cuando decido cambiar de nuevo la cámara, tengo la suerte de encontrarme con un grupo de cicloturistas mucho más experimentados. Uno de ellos me recomienda hacerle una protección a la rueda a partir de una bolsa y los restos de la otra cámara pinchada. Ya me asegura que no será irresistible, pero si tengo suerte, podré llegar a Laval.
Me pongo a pedalear de nuevo, con la esperanza de que la rueda aguante. Ya tengo claro que Laval será el final de mi viaje en bicicleta por Francia. Mi plan inicial era acabar al día siguiente y llegar pedaleando hasta Tours, pero la rueda no aguantará tantos kilómetros.
Saboreo los últimos kilómetros en bicicleta. Sin duda éste es el viaje más especial que he hecho. Ha sido duro pero muy satisfactorio. Y mientras rememoro todo el camino recorrido, descubro que la rueda se me ha pinchado de nuevo. Por suerte, ya estoy llegando a Laval, desde donde cojo un tren hasta Angers.
Después de muchos días sin dormir en una cama, hoy para celebrar el final del viaje me tomo el lujo de alquilar una sencilla habitación en el Hotel Iena.
Descubriendo Angers a pie
Después de 24 días consecutivos recorriendo Francia en bicicleta, haciendo unos 100 kilómetros diarios, hoy dejo la bici aparcada para conocer la ciudad de Angers a pie. No he investigado demasiado sobre esta ciudad, así que me dedicaré a explorar sus calles, a ver qué encuentro…
El Castillo de Angers es lo primero que me llama la atención. Esta construcción medieval del siglo XIII es uno de los emblemas de la ciudad. Entrar en el castillo, y recorrer sus salas y jardines, es hacer un viaje en el tiempo. Además, desde las murallas, puedo apreciar una de las mejores panorámicas de la ciudad. Sin embargo, lo que más me sorprende de la visita son los Tapices del Apocalipsis. Dentro de una enorme sala del castillo hay expuestos un conjunto de tapices que ilustran el Apocalipisis según San Juan. Estos tapices fueron tejidos durante nueve años a finales del siglo XIV. Es una obra de arte única en el mundo.
A media mañana salgo del castillo, y aprovecho para visitar el centro de la ciudad. Se me hace extraño ir sin bicicleta…
En el centro de Angers visito la Catedral de Angers y los barrios que la rodean, la plaza Railliement, la Maison Blueue, y muchas otras calles céntricas por donde paseo desordenadamente.
Por la tarde, después de recorrer los parques de la ciudad, doy por finalizada la visita. Conocer la ciudad de Angers a pie ha sido una buena forma de terminar el viaje a Francia en bicicleta. No sé cuándo volveré a hacer un viaje así, pero tengo la certeza de que éste lo recordaré toda la vida…
(Este post corresponde a los días 24,25 y 26 de mi viaje a Francia en bicicleta)