La visita de Toulouse, la primera gran ciudad del viaje a Francia en bicicleta, me llena de energía positiva. Ya empiezo a estar lejos de casa. Y haber llegado a una ciudad como ésta a base de pedaladas es una gran satisfacción. La bici ya forma parte de mí. La tienda es mi casa. Y me inunda la libertad.
Al mediodía, llega el momento de despedirme de la ciudad. Me espera una nueva etapa: el Canal de Garona, y una nueva ciudad en el horizonte: Burdeos.
El Canal de Garonne en bicicleta: de Toulouse a Montech
La ruta ciclista del Canal de Garona une Toulouse y Burdeos a través de 266 kilómetros de carriles bicis y algunas carreteras secundarias. El nombre de la ruta es un poco confuso, ya que los últimos 60 kilómetros no se hacen por el lado del canal, que se abandona poco antes de llegar a La Réole. Ahora bien, todo el tramo que avanza paralelo al canal es espléndido: el carril bici está asfaltado y, en todo momento, hay indicaciones sobre por qué lado del canal se deba avanzar. No tiene nada que ver con los salvajes caminos del Canal du Midi. Por el contrario, el entorno por donde avanza no siempre es tan bonito como el del otro canal.
Todo esto yo lo desconocía cuando empecé a pedalear por el Canal de Garona. Avanzo convencido de que el curso del agua me conducirá hasta Burdeos. No tengo ni idea de lo que me espera…
Poco a poco me alejo de los polígonos industriales de Toulouse y me adentro de nuevo hacia los bucólicos entornos de los canales. Me reencuentro con renclusas, los barcos y las hileras interminables de árboles. Pedaleo inmerso en una mágica monotonía. Me encuentro con algunos ciclistas que pedalean con auriculares, a mí en cambio me gusta ir sin música. Prefiero sentir como el rozamiento de las ruedas con el asfalto se fusiona con el rumor de las plantas y del agua. Prefiero sentir lo cotidiano. Disfrutar de la sencillez de pedalear durante cincuenta kilómetros por el lado del canal de Garona. Sin nada memorable, pero siendo especial.
Sobre las cinco de la tarde llego a Montech. Un pequeño pueblo asentado junto al canal. Después de dejar las cosas en el Camping Municipal Montech, dedico el resto de la tarde a visitar este tranquilo pueblo. Me sorprenden las enormes iglesias que hay en todos los pueblos, aunque sean de pocos habitantes.
El Canal de Garona en bicicleta: de Montech a Damazan
Acompañado de un cielo espléndido, inicio un nuevo día de ruta por la agradable Canal de Garona. Me gusta ponerme a pedalear muy pronto, poco después de las ocho, y saborear el despertar del bosque, mientras aún no ha comenzado la actividad humana.
A media mañana, llego a Moissac, uno de los puntos fuertes del día. Este pueblo es una de las etapas mayores de las rutas de peregrinación hasta Santiago de Compostela gracias a su abadía benedictina del siglo IX. Sin duda, lo más destacado de la Abadía de Moissac es su claustro, el más antiguo del mundo y declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Paseo por su interior, sintiendo el paso del tiempo, y se me hace imposible imaginar todo lo que han vivido sus columnas y capiteles, que desde hace nueve siglos no han sido restaurantes.
Moissac, su historia y sus calles me atrapan, y me entretengo más de lo que quisiera. Vuelvo al canal y después de unos quince kilómetros pedaleando, llego a la Valence de Agente, una pequeña ciudad fortificada situada en una colina. Perfecto para descansar un rato. Paseo por el centro histórico de la ciudad, donde cada martes se celebra un importante mercado en la plaza principal, y aprovecho para comprarme la comida: una sabrosa y crujiente baguette.
Sobre las tres de la tarde, llego a Agen. Paseo por el Boulevar de la République, la calle principal de la ciudad, donde están la mayoría de comercios y actividad. Hace un calor escandalosa, así que aprovecho para comer un helado. Después visito algunos de los monumentos históricos más destacados, como la iglesia de Notre Dame du Bourg (siglo XIII) y la catedral del siglo XII.
Al salir de Agen, unos treinta kilómetros me separan del camping. Y qué kilómetros… Es uno de los tramos más bonitos por donde he pedaleado hasta el momento. Enormes árboles, situados a ambos lados del carril, el movimiento de la luz jugando con las hojas y el constante canto de los pájaros me transportan en medio de la naturaleza. Hace nada caminaba por las calles de una ciudad, pero no tardo en sentirme complemento alejado de la civilización. Pedaleo feliz, y se me hace difícil no parar cada pocos minutos para fotografiar la armonía del camino por donde circulo.
💡 Tarjetas para viajar sin comisiones
Para no pagar comisiones y tener siempre el mejor tipo de cambio, te recomiendo que uses la tarjeta Revolut y la tarjeta N26. Son las que yo uso en mis viajes. Te supondrán un gran ahorro. El proceso de alta es online, rápido y gratuito.
Si quieres saber más puedes leer este post sobre las mejores tarjetas para viajar.
Llego a Damazan sobre las seis de la tarde. El pueblo es minúsculo, prácticamente no hay nada para visitar. Aprovecho para comprar un poco y me retiro hacia el Camping Municipal de Damazan, situado en las afueras del pueblo.
El Canal de Garona en bicicleta: de Damazan a Creon
Inicio los últimos kilómetros por el Canal de Garona por un entorno tan mágico como el que me encontré ayer por la tarde. Disfruto de la vida que se acumula alrededor del agua del canal y mientras pedaleo observo muchísimos arrendajos y, incluso, algún conejo. La sencilla belleza de estos carriles bici sigue cautivándome. Pero ya llega el momento de despedirme. Poco antes de La Réole, el camino se separa definitivamente del Canal de Garona. Suena extraño estar haciendo la ruta ciclista del Canal de Garona y no ir por el lado del canal…
La ciudad fortificada de La Réole está asentada sobre una colina junto al río Garona. Tengo que superar una fuerte subida para llegar, pero la vista que tengo desde las murallas es muy bonita. Una postal perfecta del río Garona y su entorno.
Después de viajar durante un rato por las calles adoquinadas del centro de La Réole, me dirijo hacia Sauvette-de-Guyenne. Avanzo rodeado de campos de viñedos, por carreteras secundarias sin casi tráfico (durante todo el trayecto sólo me encuentro dos coches). El paisaje por donde pasa el camino es bonito, pero también uno de los más duros de la ruta (al menos para mí). Seguramente porque pedaleo durante el mediodía, justo después de comer, y por un asfalto que, bajo el radiante sol, se convierte en un auténtico horno.
Me lo tomo con calma y celebro la llegada a Sauvette-de-Guyenne, aunque el pueblo no tenga demasiado para visitar. Después de un pequeño descanso, voy a buscar el inicio del carril bici Roger Lapébie, que conecta Sauvette-de-Guyenne con Burdeos. Al entrar en el carril bici, veo un cartel que me indica que sólo me quedan 55 kilómetros hasta Burdeos. ¡Ya no queda nada!
Después del calor que he pasado el mediodía, disfruto mucho todo el recorrido de la tarde. El camino vuelve a ser llano y sombrío, gracias a la abundante vegetación que rodea el carril bici. Es un lujo pedalear por allí. Y aunque me planteo llegar hoy hasta Burdeos, finalmente decido detenerme la jornada en Creón, haciendo noche en el Camping Bel-Air Créon.
El Canal de Garona en bicicicleta: de Creón a Bordeus
Inicio uno de los días más largos de mi viaje (tengo previsto hacer 130 kilómetros) lleno de energía. Me queda poco para llegar a una de las ciudades más atractivas de Francia: Burdeos.
Recorro la última parte del carril bici Roger Lapébie impaciente para llegar a la ciudad. Con muchas ganas de contemplarla. Me queda una hora y media de recorrido. Entonces, una vez llegue a la ciudad, habré completado el Canal de Garona en bicicleta. El Atlántico está cada vez más cerca.
Poco a poco, la vegetación abandona el carril bici y me adentro en la zona de polígonos industriales. A lo lejos ya puedo divisar el famoso Puente de Piedra, que atraviesa el río Garona y que me conducirá hacia el centro de Burdeos. Tengo ganas de dar vueltas sin rumbo por sus calles, contemplar el ambiente de la plaza de Bourse y de descubrir todas las maravillas arquitectónicas de la ciudad. Pero esto ya será el próximo post…
(Este post corresponde a la mitad del día 3, el día 4 y 5 y la mañana del día 6 de mi viaje a Francia en bicicleta)