Llegar al litoral de la Bretaña Francesa había sido uno de mis objetivos del viaje a Francia en bicicleta. Desde el inicio había soñado con sus acantilados, sus postales de soles y sus faros. Y después de los tres primeros días pedaleando por la costa bretona ya puedo predecir que me esperan unos días fascinantes…
El Litoral de la Bretaña Francesa en Bicicleta: de Perros-Guirec a Paimol
Después de una noche muy tranquila, y aún con el recuerdo de la bella Costa de Granito Rosa, empiezo un nuevo día de mi recorrido por la Bretaña Francesa en bicicleta. Seguiré recorriendo el litoral hacia el este, en dirección al Mont-Saint-Michel.
Al salir de Perros-Guirec, el camino se aleja de la costa y de nuevo vuelvo a pedalear entre el ambiente rural de las tierras bretonas. Avanzo solo. Únicamente con la compañía de algunas vacas que pastan tranquilamente por la zona. Y no me paro demasiado porque el camino no tiene un encanto especial. Cuando tengo ganas de sentarme y descansar, me desvío de la ruta para volver a la costa. Paro a desayunar en la playa del Pointe Royo, una pequeña playa de rocas.
Pocos kilómetros después llego al pueblo de Tréguier. Este pueblo, de encantadoras callejuelas de piedras, pequeñas plazas y casas medievales es famoso por su enorme catedral del siglo XII. Una catedral gótica imponente, de las más bonitas de la Bretaña Francesa.
Desde Tréguier sigo pedaleando hasta Paimpol. Me alejo y acerco a la costa sucesivamente, y puedo ver como el mar se retira debido a la marea.
Llego a Paimpol a las cuatro de la tarde, y me dirijo hacia su céntrico puerto. Desde allí puedo ver una muestra de las casas de los siglos XV y XVI que abundan a lo largo del pueblo. Y también veo como sobresale la aguja de la catedral.
El litoral de la Bretaña Francesa en bicicleta: de Paimpol a Binic
Después de visitar el centro de Paimpol, me pongo en marcha de nuevo. Me quedan unos 25 km hasta Plouha donde tengo previsto dormir. Este es el tramo más bonito del día. Avanzo por carreteras secundarias paralelas al litoral y las vistas son fantásticas. La escarpada costa bretona hace que el recorrido sea un constante de subidas y bajadas. Y aunque las subidas con la bicicleta cargada son duras, siempre me regalan panorámicas mágicas. Con el sol de la tarde el mar brilla de una manera especial. No dudo en detenerme cada pocos kilómetros para saborear las vistas.
Poco antes de llega a Plouha me desvío hacia el Camping Le Varquez. Y cuando ya tengo asimilado que he terminado la jornada me encuentro con un camping que está abandonado. Así que tengo que cambiar de planes. Pierdo una un rato buscando otro camping que me indica Google Maps, pero acabo llegando a la conclusión de que es un camping fantasma. No aparece por ninguna parte.
Al final avanzo hasta el camping del siguiente pueblo, el Camping municipal Las Fauvettes (a las afueras del pueblo de Binic). Después de muchas subidas y bajadas, llego al camping. Pero la recompensa son las grandes vistas de la Bahía de Saint-Brieuc que tengo desde donde planto la tienda. Ceno contemplando el movimiento del mar. Hipnotizado. Y justo antes de ir a dormir puedo ver cómo la luna sale anaranjada sale por el horizonte.
El litoral de la Bretaña Francesa en bicicleta: de Binic a St Briec
El vigésimo primero día de mi viaje en bicicleta por Francia comienza de una manera espectacular. Justo cuando salgo de la tienda, veo como el sol sale del horizonte. Tiñendo de rojo la Bahía de Saint-Brieuc. Rápidamente, medio dormido busco la cámara. Necesito inmortalizar este momento tan especial.
Después de haber desayunado, me pongo con marcha. Las primeras pedaladas del día siempre son las más duras. Pero rápidamente cojo ritmo mientras avanzo por el lado del mar. Atravieso varios pueblos de costa pequeños, muy tranquilos, hasta que a media mañana llego a la Réserve naturelle nationale de la baie de Saint-Brieuc. Pedaleo por el lado de la reserva, alejado de los coches, y disfruto del paisaje llano de la bahía. La reserva natural, donde la bahía se fusiona con la tierra creando una zona de humedales, es un entorno fantástico para ver pájaros. Mientras circulo en bicicleta no veo muchas aves, pero sí escucho muchísimos pájaros. Un sonido que me cautiva.
El litoral de la Bretaña Francesa en bicicleta: de St Briec a Erquy
Abandono la reserva para llegar hasta Yffiniac. Un pueblo pequeño donde no descubro nada espectacular. Así que después de comer, subo de nuevo a la bici para completar los últimos 30 km del día hasta Erquy. Después de un tramo interior a través de carriles bici, llego al Puerto de Dahauet y pocos kilómetros más adelante me desvío de la ruta para ir a la playa des Vallés (Plage des Vallées). Para llegar disfruto de una larga bajada. Ideal para sentir el aire marino mientras me dejo llevar.
Cuando llego a la Plage des Vallées quedo maravillado por su extensión. Es infinita. Y al haber marea baja intento avanzar en bicicleta por la playa. Así me ahorraré las subidas y bajadas de la ruta por el litoral. Pedaleo durante dos kilómetros por la playa. Escuchando las olas y disfrutando del paisaje. Un momento mágico.
Al final de la playa, vuelvo de nuevo al asfalto y me dirijo hacia Erquy. En concreto voy a las afueras del pueblo, en el camping Camping CahuteLab Le Guen donde me instalo antes de ir hacia uno de los puntos más bonitos de la Bretaña Francesa: el cabo Erquy.
Visitar el cabo Erquy durante la puesta de sol es uno de los momentos más espectaculares del día. Los acantilados, combinados con los colores azules del océano y el rosado de las brezales que florecen durante el verano hacen de este paisaje uno de los más admirados de esta zona.
El litoral de la Bretaña Francesa en bicicleta: de St Erquy a Matignon
Durante los primeros kilómetros del día me espera uno de los tramos de costa más bellos de la Bretaña Francesa: el Cabo Fréhel. La ruta ciclista de Erquy a Matignon no pasa exactamente por allí, pero es totalmente recomendable desviarse.
Pedalear por Cabo Fréhel es sinónimo de calma y de paisajes impresionantes. Cada pocos minutos me paro a contemplar y fotografiar los acantilados y los dos faros que señalizan el cabo.
A sólo 4 kilómetros del Cabo Fréhel, hay uno de los monumentos históricos más importantes de la Costa Esmeralda: el Fort-la-Latte. Este castillo fue construido durante el siglo XIII en una pequeña península de la bahía de Fresnaye. Su posición estratégica fue clave para controlar los barcos que se acercaban a Saint-Malo. Aunque actualmente este fuerte está habitado, es posible visitarlo (la entrada 5,20 €). Yo me limito sólo a contemplarlo desde el exterior.
Al mediodía llego a Matignon, un pequeño pueblo sin nada especial. Desde allí poco más de 30 kilómetros me separan de la famosa ciudad de Saint-Malo.
El litoral de la Bretaña Francesa en bicicleta: de Matignon a Saint-Malo
La ruta ciclista de Matignon hasta Saint-Malo aún no está finalizada. Esto hace que si se quiere llegar directamente en bicicleta, se tenga que pedalear por algunas de las carreteras principales que llegan a la ciudad. Pedalear rodeado de coches, sin poderme parar donde me apetezca no tiene ningún sentido para mí. Por eso opto por la opción recomendada en la página oficial del Tour de Manche en bicicleta: ir hasta Dinard y desde allí tomar el ferry hasta Saint-Malo.
El camino hasta Dinard es por el interior, entre carreteras secundarias y caminos. Los últimos 15 kilómetros son por carriles bicis por donde avanzo tranquilamente. Cuando llego a Dinard, sólo tengo que dirigirme a la zona desde donde sale el barco y allí mismo puedo comprar el billete (8,30 €) del ferry hasta Saint-Malo. Una vez llega el barco, con 10 minutos me lleva a Saint-Malo. Y me regala unas vistas soberbias de la ciudad.
El litoral de la Bretaña Francesa en bicicleta: Paseando por Saint-Malo
Antes de dirigirme al centro de Saint-Malo pedaleo hasta el Camping de la Fontaine, situado en las afueras. Y aprovecho para dejar la bicicleta allí y visitar la ciudad de Saint-Malo a pie. Paseando tranquilamente.
El trayecto desde el camping hasta la zona de Intramuros son unos 30 minutos caminando por un paseo marítimo hasta la zona del centro de la ciudad. Cuando la marea baja, las playas parecen enormes, y son una zona ideal para caminar lejos del asfalto.
Pasear por la zona de Intramuros, el centro histórico de Saint-Malo, es hacer un viaje en el tiempo. Algunos de los edificios del centro son del siglo XVI, y las murallas las siguen delimitando la zona antigua. Subir a las murallas es excelente para tener una perspectiva diferente de la ciudad. Desde allí se puede ver perfectamente el Fort National, una fortaleza a la que únicamente se puede acceder a pie durante la marea baja.
Me despido de la ciudad saboreando unas galettes y creppes en el centro de la ciudad. ¡Cada vez estoy más cerca del Mont-Saint-Michel!
(Este post corresponde a los días 20, 21 y 22 de mi viaje a Francia en bicicleta)