¡Como llueve! Comentamos sólo levantarnos. El cielo está muy tapado y no deja de tronar. No nos hace demasiado ilusión… Aún nos quedan rincones preciosos de la Icefield Parkway para visitar. Y en estos casos, el sol siempre es más agradable. Pero ya sabemos que el tiempo en esta zona cambia de un momento a otro. Así que cruzamos los dedos y nos ponemos en marcha.
¡Y estamos de suerte! A medida que avanzamos, las nubes van abriéndose y el sol empieza a hacer acto de presencia. De hecho, hace un día sorprendentemente bueno cuando entramos oficialmente en el Parque Nacional Jasper. Este parque, el más grande y septentrional de los parques de las Montañas Rocosas, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984 para proteger a sus paisajes de montaña. Sin embargo, es el menos visitado por los turistas.
Pocos kilómetros después de entrar en el parque, nos encontramos con el imponente Athabasca Glacier. Este glaciar es uno de los seis brazos del campo de hielo Columbia, uno de los mayores campos de hielo y nieve situados por debajo del círculo polar ártico. Debido al cambio climático este glaciar ha retrocedido más de un kilómetro y medio en los últimos 125 años y ha perdido más de la mitad de su volumen. Actualmente, disminuye unos 2 o 3 metros cada año.
Para evitar la gran masa de gente que lo visita cada día (es el glaciar más visitado de América del Norte) nosotros llegamos sobre las nueve de la mañana. Aunque desde los miradores la vista está bastante bien, nos apetece acercarnos un poco. Por ello, contratamos la excursión Icefield Glacier Adventure al Icefield Glacier Discovery Centre. Es un tour de 1 hora y 20 minutos en los que te llevan hasta el medio del Athabasca Glacier. Para llegar utilizan los Ice Explorer, unos vehículos especializados, que tienen unas ruedas enormes, y que pueden circular por sobre el glaciar. El precio es un poco exagerado, cuesta 54.95 CAD (unos 40 euros) por persona, ya que abusan de la falta de competencia. Pero la excursión en sí es bastante recomendable, sobre todo por las vistas que se tienen desde donde nos lleva el bus.
Tras la visita, nos acercamos al Sunwapta Lake, que se encuentra justo al lado del aparcamientos del glaciar. Este lago es uno de los más jóvenes de las Rocosas. ¡Tiene sólo 75 años! Por ello, el color del agua es bastante diferente al de los otros lagos que hemos visto durante el viaje.
Del lago Sunwapta cogemos el coche para ir a visitar las dos cascadas más famosas de la zona: las Sunwapta Falls y las Athabasca Falls. Llegamos primero a las Sunwapta Falls, un saltos de agua de dieciocho metros y medio, que impresiona por el gran caudal que lleva. La cascada que está más cerca del aparcamiento es la upper fall. La lower fall es mucho más desconocida. Para llegar sólo tenemos que caminar dos kilómetros. Y a diferencia de la primera cascada, que está bastante transitada, estamos completamente solos cuando llegamos a la segunda. Naturaleza en estado puro.
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Sólo veinte minutos en coche son necesarios para llegar al otro cascada estrella: la Athabasca. Esta también es famosa por la cantidad y potencia del agua que cae. Pero aparte de observarla, también nos encanta poder caminar por la zona y observar el cañón.
Sobre las cuatro llegamos a Jasper y, por tanto, se termina el recorrido por la famosa Icefield Parkway. Allí vamos a visitar dos lagos muy cercanos al pueblo: el Patricia Lake y el Pyramid Lake. Encontramos bastante gente del pueblo, que se bañan y navegan por el lago. Como nos gustaría tener estos lagos a cinco minutos de casa…
Acabamos el día con una fantástica panorámica de Jasper y las montañas de su entorno. Tomamos el Jasper Skytram (vale 37 CAD por persona), un teleférico que nos sube hasta un mirador a 2.285 metros de altitud próximo al pico Whistlers. Las vistas desde arriba son impresionantes. Además, sale un camino de 1,4 kilómetros que va hasta la cima del Mt. Whitlsers. Aunque hace bastante viento arriba, no dudamos en hacerlo. ¡Estamos completamente rodeados de montañas y lagos!
Hoy dormimos en el Aspen Accommodation, un B&B sencillo pero donde el propietario de la casa nos trata de maravilla. Además nos recomienda el pastel de zanahoria de una pastelería del pueblo. Nos lo apuntamos para mañana…
(Este post corresponde al día 8 de nuestro Viaje a las Montañas Rocosas y la Isla de Vancouver)
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